Tras cinco años de lucha, el Vaticano ratificó en 2021 que cuando tenía 10 años y en el Seminario de La Bañeza fue una de las muchas víctimas de violaciones y otras agresiones sexuales por parte del cura Ángel Sánchez Cao, quien le llegó a denunciar criminalmente.
"Muchísimas veces estuve con mi hermano en el baño temblando de frío y de miedo, y limpiándonos. Limpiándome yo el día que me tocaba a mí eso. Y el día que le tocaba a mi hermano limpiando a mi hermano". Quien resumía así para la cadena CNN en español el infierno de los abusos sexuales a los que fueron sometidos por algún sacerdote cristiano en el Seminario de La Bañeza fue Emiliano Álvarez, un leonés que fue uno de los primeros pioneros en España en romper años de silencio y miedo para denunciar a viva voz la forma en la que la vida le fue destrozada.
A los 55 años de edad, con una vida de castigo y dificultades atribuida en gran medida a aquella traumática infancia de abuso sexual indiscriminado, Emiliano Álvarez acaba de fallecer. Y con él se va uno de los más activos luchadores contra la impunidad de los religiosos que han protagonizado durante décadas este tipo de delitos contra menores de edad, hasta hace bien poco con todo el amparo de la iglesia católica y sin que ni siquiera se reconociera el inmenso daño causado. Emiliano siempre señaló desde la pasada década en concreto a su abusador: el cura Ángel Sánchez Cao, durante la estancia de ambos en el Seminario de La Bañeza, en 1978, cuando Emiliano tenía apenas 10 años y sufrió incontables violaciones y otros actos sexuales.
El Obispado de Astorga acabó reconociendo los hechos y el daño, algo que ratificó tras cinco años de lucha el propio Vaticano en el año 2021, pero no llegó a recibir de manera oficial y formal disculpa alguna. En concreto, el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica condenó al sacerdote Sánchez Cao a no poder ejercer cargos que impliquen el contacto esporádico o habitual con menores de 18 años hasta que cumpla los 80, por abusos sexuales, de poder y conciencia, así como le revocó por el mismo periodo la facultad de oír "habitualmente" confesiones.
Las víctimas, entre ellas Emiliano, apenas recibieron un mensaje de Whatsapp como toda información de la decisión. Pero antes se había dado hasta la cruel circunstancia de que el sacerdote Ángel Sánchez Cao, llegó a denunciar al propio Álvarez a través de una querella criminal por calumnias e injurias cuando ya había sido apartado por considerar la diócesis de Astorga 'fundadas' las acusaciones en su contra.
Son algunos los que hoy, con el fallecimiento de la víctima reconocida de abusos sexuales en el seno de la iglesia católica, recuerdan la valentía de Emiliano Álvarez, que sufrió en su vida numerosas secuelas pero se atrevió a romper el silencio y señalar a los culpables de todo lo que él, y muchos alumnos más, sufrieron en un tiempo de total impunidad.
ILEÓN.COM Dda, XVIII/5253
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