lunes, 29 de agosto de 2022

CUANDO SABINA LE TOCÓ LOS HUEVOS A JAVIER KRAE


De tener muchas anécdotas como la que aquí cuenta mi estimado Bernardo Pérez, uno de los magníficos fotógrafos del diario El País casi desde los mismo tiempos de su fundación, este Lazarillo le recomendaría que fuese haciendo memoria y se pusiera a escribir el libro que de seguro contaría con el interés de muchos lectores de ese periódico, ya sea del pasado o del presente. Puede incluso que Bernardo cuente con fotografías que en su día no se publicaron y le dieran un valor añadido a la obra. Creo habérselo sugerido en una ocasión y me parece que andaba en ello o bastante convencido que que el proyecto le seducía. Recuerdo que Bernardo trabajaba conmigo como colaborador en la revista Personas, en la que también firmaba sus excelentes entrevistas Rosa Montero y escribía magníficos artículos Manuel Vicent. Los tres se fueron a El País. En el caso de Montero, después que le hiciera una interviú al director de este diario, Juan Luis Cebrián. 

Bernardo Pérez Tovar

Una fotografía con final feliz.

Corría el año 1985, Sabina y Krae ultimaban un trabajo conjunto, “canciones para después de una Paz” y me encargaron una entrevista a dos para el EPS.
Tenía una gran amistad con Joaquín y coincidamos muchas veces en el Elígeme, su bar, donde jugábamos partidas de billar a cara de perro y Javier también venía mucho por allí, eran los tiempos de la “movida”.
Hicimos fotos por Malasaña y al final recordé que mi querido Félix Lorrio, tenía un estudio muy cerca, le llamé y nos pasamos por allí. Nada más llegar, Javier, que había estado muy simpático todo el tiempo, al ver las luces y el espacio se quedó como paralizado, tieso.
Empecé a hacer fotos y le dije: venga Javier, sonríe que te me has quedado congelado. Joaquin le mira y con esa voz suya, va y dice: tranki Berni que yo te lo caliento… funcionó!.
Fue un microsegundo, y yo tirando Kodachrome que tardaba una semana en llegar a Madrid desde Francia donde se revelaba.
No estaba seguro de haberlo ”pillado” y pasé una semana horrible esperando las fotos. Llegaron al fin y lo tenía!.
Me fui corriendo al semanal. Acababa de llegar al periódico Miguel Ángel Bastenier, estaba de jefe de sección en el EPS y se la enseñé muy contento.
Había desplegado el trabajo sobre la mesa y no me esperaba su reacción: de ninguna manera, esta foto no puede ir!. Este gesto es impublicable.
No escuchó ninguno de mis argumentos. Se cerró en banda y yo empecé a cabrearme, en eso llega Chema Conesa, atraído por el creciente volumen de la discusión, me giro, y cuando voy a enseñarle la fotografía, había desaparecido!. Me vuelvo hacia Miguel Ángel y quienes me conocen pueden imaginar los kilotones de la explosión.
La he tirado, es impublicable y punto!. Más kilotones…
Me tuvieron que sujetar y les costó… el caso es que me comieron el coco con que la siguiente era mucho mejor porque seguían partidos de risa pero yo se la juré a Miguel Ángel. Estuve mucho tiempo sin hablarle y el, cuando me veía, solía dar un rodeo pero no sé vivir con rencor, se me pasó, lo olvidé y fuimos grandes amigos. Era un ser maravilloso y un gran periodista a quien echamos mucho de menos todos los que tuvimos la suerte de trabajar y compartir vida con él.
Seleccioné la imagen publicada para la exposición y hace algo más de un mes fui a recuperarla del archivo. Encuentro la plancha de diapositivas, la levantó hacia la luz, y ahí estaba la foto, la primera. No me caí de culo de milagro. Lloré y rabié de nuevo, esta vez por no tenerle y poder darle las hostias y los besos que siempre ha merecido.
Podréis verla destacada en la exposición.

DdA, XVIII/5.253

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