Quique Peinado
“Arreglar el mercado". Dice Ursula
Von der Leyen que es el momento de arreglar
el mercado energético porque,
ahora sí, es insostenible en
las circunstancias actuales. Considera la presidenta de la Comisión Europea que
el mercado no es que se haya roto o que sea perverso, sino que ahora, en el
momento en que los ciudadanos de primera pueden entrar en el corralito de la
pobreza energética, ya este mercado no sirve y hay que arreglarlo. Cuando por su propia naturaleza inequitativa, abusiva y
que vende elementos básicos para la vida como la electricidad o el gas, este mercado colocaba en la pobreza energética a
ciudadanos de segunda (básicamente no alemanes), sí que funcionaba. Es la misma
Europa que nos dice que si eres sirio o africano tu vida vale lo que podamos
pagar a un país de dudosa relación con los derechos humanos para que te frene
por lo civil o lo criminal.
La Europa que un
día nos vendió ser el territorio del planeta en el que los ciudadanos eran
realmente más libres e iguales, la cuna de la socialdemocracia y los estados
del bienestar, hace tiempo que dejó de existir. Los españoles, con los sucesivos gobiernos que hemos
votado, hemos contribuido alegremente a convertir el Viejo Continente en un
laboratorio liberal que solo ha conseguido perder su posición de preeminencia
en el planeta convirtiéndose en un lugar peor, más pobre, menos respetable. No
se trata de que Europa naufrague: es que esta Europa liberal se disuelve,
desaparece. No es el proyecto, es este proyecto.
Parece razonable pensar, toda vez que
este liberalismo desbocado es, por su propia naturaleza, un coche a toda
velocidad que en algún momento se dará con un muro y explotará, que se está
agotando la era del crecimiento porque el planeta no da para más, y solo habrá
que medir el grado de la codicia de los que conducen el coche para ver si lo
estrellan del todo o hay posibilidad de frenar y que todo quede en un golpe
fuerte y lesiones graves.
Pero lo que queda claro es que todo lo
que ha vendido el liberalismo como verdades incontrovertibles, opiniones que se convirtieron en axiomas que no se podían
debatir, solo son dogmas. En un mecanismo muy parecido al de las religiones,
utilizaron a sus profetas (medios de comunicación, economistas iluminados,
políticos) para persuadir, entre el miedo y la zanahoria, a todo el planeta de
que el libérrimo mercado era la única solución para la felicidad y la
prosperidad del planeta. Cuando la realidad está desmontando tercamente el relato
y cada vez es más difícil mantenerlo, la verdad de que los mercados se pueden y
deben intervenir, de que los estados fuertes garantizan derechos
y no necesariamente restan dinamismo, o
que hay fuerzas políticas que pueden confrontar al capital sin que la vida de
la gente se resienta (más bien al contrario), el
liberalismo desbocado da sus más fuertes coletazos con un fanatismo tal que
amenaza la propia vida, el mismo planeta.
Líbrenos dios de estos iluminados.
Por eso, cualquier gesto, el que sea,
como que una ministra de Trabajo pase de ser la que acaba presidiendo la
Fundación CEOE a otra que apoya explícitamente a los sindicatos contra la
Patronal, sirven. Esos gestos sirven y mucho porque desmontan los dogmas. Ahora
solo falta que Von der Leyen reconozca que el sistema (primero el energético,
luego ya veremos) no sirve porque es monstruoso y va contra el bienestar básico
de los ciudadanos europeos y que no hay nada que arreglar, sino que hay que
derribar, se habrá ganado mucho. Para ello, supongo, tendrán que sufrir
muchísimo los ciudadanos europeos de primera. No se lo deseo, pero se ve que si
no, nada cambiará.
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