Lazarillo
Encuentro la muy concisa información que sirve de pie a esta fotografía en el muro de mi querida colaboradora Ana Cuevas, que la toma a su vez del de Anartz Lafuente Loroño. Solo nos dice este que la imagen la vio con sus propios ojos, sin que deje constancia del cementerio en el que tuvo la oportunidad de contemplar el hecho. Anartz le preguntó a la gente por el perro. Acude al parecer todos los días a la modesta tumba de tierra para acostarse allí por una horas, delante de la imágenes de la familia con la que convivió. Luego se va a algún lado para regresar al día siguiente. No hace falta añadir más comentarios. La actitud del animal, dando testimonio de su querencia por el recuerdo de quienes algún día lo acogieron, lo dice todo. Es como si descansara sobre la memoria de sus caricias y el contacto con la tierra que cubre sus restos transmitiera a la mirada del perro ese abatido sentimiento de orfandad. Nos está diciendo que su deseo sería expirar donde nos da ejemplo.
DdA, XVIII/5.245
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