Lazarillo
Gracias a Ramón Lluís Bande, que hace referencia
a un artículo de M. F. Antuña publicado en el diario El Comercio, me entero de que una selección de las viñetas del
dibujante Goico-Aguirre, publicadas
en el diario socialista Avance en 1937, acaban de aparecer en un libro. Se
trata de las que tienen un contenido antifascista, propias del periodo en el
que fueron publicadas, durante la Guerra de España y antes de que Asturias
fuera ocupada por las tropas sublevadas en octubre de ese mismo año. El
periódico se publicaba por entonces en Gijón, dado que Oviedo –ciudad en la que
se editaba desde su fundación en 1931- se unió a la sublevación por la traición
del general Aranda. Tanto en Oviedo como en Gijón fue director del diario el
periodista madrileño Javier Bueno Bueno, fusilado por la dictadura en Madrid pocos
meses después del final de la guerra, en septiembre de 1939. De la biografía de este magnífico
ilustrador, cuyas “Viñetas antifascistas” han de ser bien
recibidas siempre pero sobre todo en los tiempos que corren, son de destacar los siguientes datos:
Hijo de padre vasco y madre
asturiana, Faustino Goicoechea Aguirre (1906-1987), inició su formación en la
Escuela de Bellas Artes de Oviedo (1915- 1923). Con beca de la Diputación
continuó estudios superiores en la Escuela de San Fernando en Madrid
(1923-1927) y viajó durante dos años por el extranjero, residiendo en Italia
(1929-1930) y Francia (1930-1931). Siendo muy joven inició su actividad
profesional como ilustrador y mostró su obra en las exposiciones de artistas
asturianos que se celebraron en Oviedo, Gijón y Avilés, siendo destacado por la
crítica de la época como uno de los grandes escultores de Asturias.
En París expuso en la Galerie
d’Art Contemporain del Boulevard Raspail y se dio a conocer como dibujante por
sus ilustraciones en la revista Monde. De nuevo en su tierra natal realizó
muestras individuales y colectivas de su trabajo, dictó conferencias sobre arte
y diseñó carteles e ilustraciones para diversas publicaciones. En 1933 preparó
los cursos en Madrid para profesor de dibujo, obteniendo plaza en el Instituto
de Luarca que ocupó durante un año.
Colaboró con el arquitecto
Joaquín Vaquero Palacios en la reforma de la Farmacia Azpiri en 1934,
realizando paneles escultóricos. Al año siguiente volvió a trabajar en Oviedo
en un proyecto de este mismo arquitecto, diseñando los Relieves de la
fachada del Instituto Nacional de Previsión —hoy Instituto Nacional de la
Salud—, la obra más representativa de este escultor. En Asturias realizó
también la Estela funeraria en la tumba de su madre en el cementerio
de Oviedo y el relieve La Searila en la fachada del Casino de
Castropol.
El inicio de la Guerra Civil le
sorprendió en Gijón y, por encargo del Gobierno de la Segunda República, se
ocupó de la protección de las obras de arte para evitar su destrucción. En 1937
fue internado en un campo de concentración y un Consejo de Guerra le condenó en
1938 a la pena de muerte, que le fue conmutada por la de prisión. Al salir de
la cárcel, en 1944, se trasladó a vivir a Madrid, dedicándose fundamentalmente
a la ilustración y la acuarela, aunque también realizó trabajos para el cine y
pintura mural en decoraciones de interiores. Durante esta última etapa expuso
en Madrid en el Museo de Arte Contemporáneo y en las galerías Biosca y Turner.
En los últimos años de su vida presentó de nuevo su trabajo en Asturias en la
galería Nogal de Oviedo.
Gran parte de la obra de Goico
se perdió durante la guerra. En el Museo de Bellas Artes de Asturias, sito en Oviedo, está
reunida una buena colección de dibujos (1923-1933), ilustraciones y grabados
(1929-1933), y varias figuras en piedra, bronce y escayola, de pequeño y medio
formato (1929-1933). En vida del escultor, la obra de Goico fue muy apreciada
en los círculos artísticos. A pesar de la breve trayectoria escultórica, hoy se
le reconoce por sus aportaciones a la escultura figurativa de los años treinta.
DdA, XVIII/5214
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