Confiaba este Lazarillo en el artículo, acompañado de entrevista, que Pablo Iglesias ha firmado en CTXT con motivo de los incendios forestales sufridos por la provincia de Zamora, especialmente el que afectó al entorno de la localidad de Losacio de Alba. No podía ser ajeno a esa tragedia en la que fallecieron un agente forestal y un pastor que trató de salvar a su rebaño. En este pueblo tiene casa Javier, padre de Pablo Iglesias, con cuya amistad me honro, y fue precisamente en Losacio donde tuve el placer de pasar toda una jornada familiar de verano en compañía de Pablo e Irene Montero hace algunos años. Por Javier y por Pablo me acabo de enterar de que los vecinos y los bomberos consiguieron evitar que las llamas afectaran a la vivienda. En el artículo de CTXT recuerda Pablo Iglesias la matanza represora que tuvo lugar en Losacio durante la Guerra de España, reflejada en el relato del que dimos cuenta en este DdA hace unos días (La tarasca española, de Luis Pérez Teruelo). La entrevista con Diego Ródriguez, uno de los voluntarios que lucharon contra el fuego y que vio arder la casa de sus abuelos, es también de recomendable lectura: "Falta de todo en nuestros pueblos, da igual que estés en la comarca de Alba, Aliste o Tábara, estamos totalmente abandonados, somos invisibles para la Junta porque no somos interesantes a nivel de votos, por la poca densidad de población de la zona. En los dos incendios faltaban medios humanos, muchos trabajaban horas y horas y no tenían relevos".
Pablo Iglesias
Conozco bien Losacio. Mi padre tiene una casa allí desde hace más de 20
años y raro es el año que no vaya a visitarle, al menos una vez en el verano.
Los dos gravísimos incendios que han afectado al pueblo en los últimos días,
destruyendo algunas de sus casas y acabando con la vida de dos personas, me han
removido por dentro. La primera vez que visité este municipio zamorano que no
llega a los cien habitantes conocí a la vecina de mi padre, una de esas
ancianas que vestía un luto permanente desde hacía décadas. Me habló de una
lesión que tenía en la espalda por el golpe fortuito que le dio una de las
vacas que todavía llevaba a pastar y devolvía cada día al establo, a pesar de
su avanzada edad. Había entonces muchas mujeres ancianas en riguroso luto en la
zona. Recuerdo llegar en coche y verlas sentadas en sillas modestas en las
puertas de sus casas. Poco a poco, las ancianas de negro fueron desapareciendo
y otras ancianas las fueron sustituyendo en las mismas sillas. Ahora no van
vestidas de negro. Aunque poco ha cambiado en ellas.
Mi curiosidad política me ha hecho preguntarle a mi padre muchas veces por
la Guerra Civil en el pueblo. Siempre me advierte de que sigue siendo un tema
muy delicado. Le digo que quiero escribir algo sobre el pasado y el presente de
Losacio. Me dice que sea prudente y me recomienda un libro: La tarasca
española, de Luis Pérez Teruelo, que narra las atrocidades de la represión
de la Falange. Me manda también el enlace de un artículo en La opinión
de Zamora que da cuenta del asesinato brutal de 14 vecinos del pueblo
en octubre del 36 y de los versos que Teresa Alfonso, una de las viudas, dejó
escritos para narrar el crimen. La Castilla interior casi nunca es protagonista
de nuestra historia política; pareciera que sus tragedias mueren con sus
protagonistas. Pero en los pueblos las tragedias permanecen en el ADN social de
sus habitantes mucho más que en las ciudades.
Los incendios en Losacio me han empujado a comenzar a leer por fin un libro
que me regaló hace poco Chema Crespo. Tienes que leerlo, me dijo. Se trata
de Todas las muertes del Sentenciao, de Luis Miguel de Dios, un
periodista zamorano que nos cuenta la peripecia vital de Alarico “el agallas”,
un joven pobre de un pequeño pueblo imaginario de Castilla, Encinasola,
reclutado forzosamente para combatir en la Guerra de África y que acabará en la
División Azul. En la experiencia vital del protagonista se retrata lo que podía
significar nacer pobre en un pueblo castellano.
Pero, al fin y al cabo, yo nunca he sido más que un turista en Losacio y en
el mundo rural en general. Poco puedo decir más allá de generalidades propias
de un urbanita con algo de afición a la historia y la literatura. Sin embargo,
buscando información sobre el incendio en Losacio en las redes sociales, he
encontrado a Diego Rodríguez. Vi a un hombre que, desesperado, y a pesar de sus
pocos seguidores, no paraba de dar información desde Twitter sobre el
transcurso del incendio y de dar las gracias a todas las personas que estaban
trabajando junto a él en las labores de extinción. Le empecé a seguir en
Twitter. Al rato me mandó un mensaje directo: “Pablo. Sólo decirte que entre
gente del pueblo y los bomberos conseguimos librar la casa de tu padre. Aunque
el paisaje es desolador. Un saludo”… Y empezamos a hablar. Descubro que los
padres de Diego, de 47 años, eran de Losacio, hijos de un matrimonio de
agricultores del pueblo. Los dos emigraron a Bélgica; el padre trabajó en la
construcción y la madre de limpiadora. Diego nació y se educó en Bruselas.
Veraneaba siempre en la casa de sus abuelos. Ha visto arder estos días el
granero que fue la casa de sus bisabuelos, donde le enseñaron a curar jamones y
a hacer aguardiente. Diego abandonó su puesto de trabajo en la administración
belga y se fue a vivir lo más cerca posible del pueblo de sus abuelos y sus
padres porque se enamoró de una mujer que también tiene ascendientes del
pueblo. Tienen dos hijos. Él sí que tiene cosas que decir.
Le propongo hacerle la entrevista que cada mes hago para CTXT. Accede.
Tus abuelos vivían en Losacio y eran agricultores. Has visto arder estos
días la que fue su casa ¿Qué es lo que más recuerdas de ellos?
La casa que ardió en el incendio era la casa de mis bisabuelos, una casa antigua que mis abuelos utilizaban para guardar cosas, curar jamones, hacer aguardiente, de granero, etc. La construcción era vieja, no vivía nadie en ella, pero albergaba un montón de recuerdos de infancia junto a mis abuelos. Mis abuelos eran agricultores y ganaderos, gente muy noble y trabajadora. Mi abuelo era una persona muy querida en el pueblo, muy dialogante y cercano. Un espejo en el que mirarse, un ejemplo de trabajo y de corazón.
Tus padres, que también son de Losacio, se vieron obligados a emigrar a
Bélgica. Tú naciste en Bruselas ¿Cómo era para un niño escolarizado en Bruselas
llegar en verano a Losacio?
Mis padres emigraron como tanta gente a finales de los años 60, en busca de
un futuro mejor. Todos los años veníamos a veranear al pueblo, de junio hasta
finales de agosto; para mí no había mejores vacaciones ni mejor sitio para ir.
Reencontrarme con la gente del pueblo era mi ilusión. La verdad es que muchos
son familia pero con los demás formamos una gran familia, la familia de
Losacio, y eso no tiene precio.
Paradojas de la vida, dejaste tu trabajo en la administración en Bélgica y
volviste a España, te casaste con una mujer del pueblo de tus abuelos y pasas
en Losacio todo el tiempo que puedes ¿Cómo y de qué vive la gente hoy en el
pueblo?
Dejé mi trabajo en Bruselas hace más de 20 años y me vine a Valladolid. Me casé con una chica del pueblo. No vivo en el pueblo, pero voy en cuanto tengo un rato libre, porque disfruto volviendo a mis raíces y me encanta pasear por el campo y volver a juntarme con mi gente. Hoy Losacio es un pueblo que ha perdido mucha población, pero hay unos cuantos jóvenes agricultores que mantienen vivas las tierras y otros que tienen ganadería. Esos mismos jóvenes son los que más han luchado en el incendio, acudiendo a primera línea con sus tractores y sus excavadoras para defender el pueblo de las llamas, arriesgando sus vidas para defender lo de todos.
Has sido uno de los voluntarios que ha combatido contra los incendios que
están golpeando Zamora este verano. En las redes sociales no has parado de
agradecer con nombres propios a la gente que ha luchado contigo para frenar las
llamas. Háblame de ellas y ellos
He sido uno más, no ha sido fácil porque la Guardia Civil no nos dejaba
bajar a ayudar. Entiendo su labor y que lo primero era salvaguardar a las
personas, pero yo solo quería ayudar. Cuando llegué había mucha gente de otros
pueblos ayudando desde el principio. Por eso quise darles las gracias y no me
cansaré de hacerlo. Son gente que arriesgó su vida por salvar nuestro pueblo,
gente de Puercas de Aliste, Kike, Emilio, Álex, Presi, Sergio, Cristian, Ismael
de Vegalatrave, Pacho de Ferreruela, que vino con un camión cisterna, y otros
muchos a los que no sé poner nombre, porque yo estaba en la parte baja del
pueblo, aunque sabemos que en la parte de arriba Fermín, Ricardo, mi tío Ferna,
Ludi y mucha más gente también defendieron sus casas y el pueblo. Casa Pepa, un
restaurante reconocido de la zona, me dio agua para los vecinos, bomberos y
para la gente que estaba ayudando de manera desinteresada. Por eso quiero
darles las gracias a todos de corazón. Son grandes, muy grandes. También
quiero agradecer el esfuerzo y dedicación de todos los medios contra-incendios,
bomberos forestales, brigadistas, Guardia Civil.
Ha habido un vecino del pueblo que murió por intentar salvar a sus ovejas
¿Le conocías?
Fue una desgracia que en el primer incendio murieran un brigadista, Daniel,
y un pastor de otro pueblo. No conocía a ninguno de los dos, pero han perdido
la vida defendiendo lo de todos y espero que sus muertes no queden en el
olvido. Lucharemos con todas las plataformas que se han formado para dar voz y
que no se olvide.
Has denunciado también la incompetencia de la Junta de Castilla y León.
Faltan medios humanos y materiales y falta prevención. En tu opinión, ¿qué
debería hacerse para evitar y prevenir estos incendios?
Falta de todo en nuestros pueblos, da igual que estés en la comarca de
Alba, Aliste o Tábara, estamos totalmente abandonados, somos invisibles para la
Junta porque no somos interesantes a nivel de votos, por la poca densidad de
población de la zona. En los dos incendios faltaban medios humanos, muchos trabajaban
horas y horas y no tenían relevos. Actualmente los medios que utilizan las
brigadas ya no están preparados para los incendios de nueva generación que
ahora nos asedian por las nuevas condiciones debidas al cambio climático: gran
nivel de sequía que llevamos arrastrando y que provoca un elevado estrés
hídrico de las plantas, las altas temperaturas y fuertes vientos. La prevención
de incendios también está desactualizada, ya no sirve para hacer frente a esta
nueva situación. Hoy en día ya no existe el pastoreo que había antaño y que
hacía la labor de limpieza de montes. Deberíamos reformar totalmente la gestión
forestal y de prevención de incendios teniendo en cuenta factores ecológicos,
que puedan afectar a nuestra fauna y flora, respetando las características
propias de la zona, utilizando especies autóctonas. A partir de ahora también
estaremos vigilantes de la gestión que van a hacer del monte quemado y evitar
posibles especulaciones.
Se dice que el último incendio podría haber sido provocado ¿Qué opinas?
No nos cabe la menor duda, el incendio se inició en una cuneta, a una hora
en la que el viento soplaba bastante fuerte en dirección al pueblo. Sin
embargo, es importante decir que se trata de casos aislados ya que hoy en día
la gente, cada vez está más concienciada de que es importante preservar nuestro
medio rural, no solo desde el punto ambiental, sino como fuente económica,
generadora de turismo, así como la producción micológica y cinegética.
¿Vas a seguir pasando tiempo en Losacio?
No vivo en el pueblo pero seguiré volviendo cada vez que pueda para
mantener vivas mis raíces y conservar el legado de nuestros antepasados.
CTXT DdA, XVIII/5.232
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