Joaquim Bosch
Estoy en un viaje especial para mí. Un viaje para ver unos campos de lavanda en los Alpes franceses, con mi padre y mi hermana. Para intentar entender cómo era posible que un niño de diez años tuviera que abandonar la escuela y ponerse a trabajar en el campo, como se vieron obligados a hacer mi padre y tantos niños durante el franquismo. Para intentar entender por qué mi padre con solo 17 años tuvo que empezar a trabajar como temporero y seguir la ruta en Francia de tantísimos jornaleros valencianos. Huían de las miserias de la dictadura y descubrieron con admiración lo que era una democracia. Cuando yo era niño, no podía ver a mi padre durante tres o cuatro meses cada año, porque estaba en el país vecino, en las faenas del arroz, la vendimia o la lavanda. Él acostumbraba a regresar a casa con un manojo de lavanda y ahora por fin he conocido aquellas tierras de nuestras historias familiares. Desde mi infancia, el aroma de la lavanda siempre me ha transportado al recuerdo esperanzado del padre que vuelve a casa.
DdA, XVIII/5.234
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