viernes, 15 de julio de 2022

DE "EL PAÍS IMAGINARIO" A "EL CHAFARDERO INDOMABLE"



Octavio Colis

Y por fin se comenzó a publicar EL CHAFARDERO INDOMABLE. La redacción del EPI se había reducido drásticamente, sólo quedamos Moncho Alpuente, José Luis Cabañas, y yo. Hubo algunas colaboraciones puntuales, muy pocas, el presupuesto había sido reducido mucho y no daba para más. Pero ya con la ilustración de la primera portada y la declaración de intenciones que publicamos -sabiendo los tres que era el anuncio de un suicidio, esta vez sí- el final de nuestro trabajo en El País sólo era cuestión de tiempo, de poco tiempo. Lo sabía todo el mundo en PRISA, y nosotros, también.

En la primera portada aparecían con sendos pañuelos Narcís Serra (con la boca tapada), Fernández Ordóñez (con los oídos tapados), y Felipe González con los ojos cubiertos (pero con un ojo al descubierto, haciendo trampa, como siempre). “No decir el mal”: Iwazaru, “No escuchar el mal”: Kikazaru, “No ver el mal”: Mizaru, según el código moral chino del “santai”.

El mandao de los de arriba (el tan nombrado como ignorado redactor jefe del suplemento) ya sólo nos miraba como si él también estuviera arriba, disfrutando al ver cómo nos hundíamos sin remedio. Seguimos publicando un par de meses o tres, hasta que se nos echó del suplemento dominical. A Moncho lo confinaron en una sección del diario, a mí me propusieron incorporarme al País Infantil, y aún me encargaron alguna ilustración para secciones diversas del suplemento, pero por poco tiempo, y a José Luis lo echaron directamente con vagas promesas de solicitar su trabajo de vez en cuando.

Había dicho Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores: “los partidos que acceden al poder deben asumir las obligaciones internacionales contraídas por los gobiernos precedentes para evitar la inestabilidad”. No se refería sólo a la UCD, se refería al franquismo, de hecho (y como repito tantas veces, porque me asombra) aún hoy (julio de 2022) seguimos con la misma ley de Secretos Oficiales que firmó Carrero Blanco en 1968. Y el PsoE, sobre todo Felipe González, tenía en EL PAÍS su BOE particular, y la “gente de Moncho” le molestaba como mosquitos de verano (…no me molestes, mosquito…).

Yo había empezado a hacer otras cosas, ya tenía mi querido taller de la calle Monteleón, en el que pintaba y estampaba serigrafía; me había asociado al poeta Paco Cumpián para la publicación de la colección Sueltos de Poesía, que tuvimos a nuestro cuidado durante varios años, y a finales de 1988 expuse en la galería Orfila la serie MADRIDEDÍA MADRIDENOCHE, que he ido vendiendo a través de los años y de la que hoy ya no me queda ningún cuadro, el último se lo vendí a Javier "Arrieta5inco" hace poco (tiene tres de esa serie) y el primero lo adquirieron los dueños del Café Gijón (los Pepes) al cumplirse el centenario del famoso Café, y aún cuelga de una de las columnas del salón. Creo que toda aquella serie está marcada por el trabajo que realicé para Moncho Alpuente en esos años de los 80s.

He de decir que fueron muy buenos años para mí, en El País pagaban bien y te daban popularidad (ya se había llegado al millón de ejemplares en el suplemento dominical, y se vendía en todo el mundo), pero todo pasa y todo llega. Empecé mis viajes a Palestina y creí que había llegado el momento de publicar libros. Todos los dibujos de aquella época han acabado en una caja de cartón (en dos, finalmente), he terminado el inventario.

Si tenéis intención de leer este verano tengo que recomendaros las tres novelas de la trilogía: El éxtasis y la pasión, La luna sobre el río, La vida de mi mujer, que aunque fueron publicadas en otro orden (las tres en Ediciones del Azar), os sugiero que las leáis en éste en las que las he nombrado. Y si quisierais saber de vino al menos tanto como Jesús Paul, leed EL VINO, en todos los sentidos (Villaverde editores). Si lo hacéis me vendrá estupendamente, y a Jesús, también.

DdA. XVIII/5.222

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