jueves, 2 de junio de 2022

¿Y ESPECIALISTAS EN IDIOCIA?


Ana Cuevas

A pesar de los embistes, vilipendios y recortes a los que se ha visto sometida nuestra sanidad pública y universal, los profesionales que trabajan en ella hacen todo lo que pueden para garantizar el bienestar de todos nosotros. A veces es una lucha titánica contra intereses torticeros que se empeñan en desmantelar el sistema público para mostrarlo como ineficaz en contraposición a las aseguradoras privadas. Siempre el podrido dinero, el business entre los amiguetes, anteponiéndose a derechos elementales como el acceso al cuidado de la salud. Un asco.

Pero eso da para otro artículo. O para una saga de varias temporadas. Lo que me ha llevado hoy a escribir ha sido la curiosa propuesta de un diputado de Vox por Cataluña, el señor Ignacio Garriga, acerca de crear una nueva especialidad en la sanidad pública. Curiosamente la misma sanidad pública que, según su propio discurso, no tiene sentido. Pero no vamos a pedirle coherencia a este pobre hombre porque tengo entendido que es requisito imprescindible que te extirpen las meninges para entrar en el selecto club de los voxeros.
Centrémonos mejor en su original sugerencia: Especialistas en "ayudar" a los gais " que tengan dudas". A una  servidora, al margen de mi orientación sexual, le surgen muuuchas dudas de toda índole. Pero la actriz, Anabel Alonso, se me anticipó respondiendo al diputado: " ¿Y para los negros que votan a partidos xenófobos?"
En eso no estoy de acuerdo. Defiendo el derecho a la idiocia de cualquier ser humano independientemente del color de su piel. De hecho, es una cualidad de nuestra especie que más democráticamente se extiende entre todas las etnias del planeta. 
En cualquier caso me parece un abuso reclamar al sistema sanitario, exanguinado hasta el pellejo, que emplee sus escasos recursos en combatir la tontuna que nos asola pertinazmente en la península. No darían a basto.
Mi médico de familia, don Jesús, hace lo que puede, recetandome que trate de no ser imbécil cada ocho horas. Aunque he de confesar que hay momentos que me salto a la torera sus sabias prescripciones. Igual le pasa lo mismo al señor Garriga y, cuando soltó la bobada, no estaba siguiendo las indicaciones de su facultativo. Y es que cuando uno es tonto, pero tonto, eso no hay especialista que lo cure. No pidamos milagros a nuestra sanidad. Bastante tiene con sobrevivir a la rapiña de los "listos" . ¡Como para combatir la pandemia de estulticia!.

     DdA, XVIII/5184     

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