Sobre un poema del autor vasco, se estrenó con éxito en París en 1974 con asistencia del compositor, autor asimismo del himno a las Brigadas Internacionales y de la sintonía de Radio España Independiente, La Pirenaica
Félix Población
Hace menos de cincuenta años, en
1974, durante el segundo Festival de Música Rusa y Soviética celebrado en el
Théâtre de la Ville de París, se estrenó la Cantata a Lenin, sobre un poema de
Blas de Otero, con música de un compositor español republicano, Carlos Palacio.
El músico tenía por entonces 63 años (Alcoy, 1911), asistió al estreno desde la
fila 15 del teatro y al término del concierto fue invitado por el director a
subir al escenario en medio de una gran emoción. Hoy en día, posiblemente se
haya perdido el rastro de quién fue Carlos Palacio García.
Nacido en una familia modesta, se
interesó por la música desde muy joven. En 1918 ingresó en el Real
Conservatorio de Música de Madrid, al tiempo que escribía sus primeras
colaboraciones como crítico musical en los periódicos, entre ellos Mundo
Obrero. Fue un militante muy activo del Partido Comunista, llegando a dirigir
los Coros Proletarios de Madrid. Durante la Guerra de España fue autor del
Himno de Marcha de las Brigadas Internacionales que se formaron para
enfrentarse a los militares sublevados en 1936. Para esta composición escribió
un poema a posteriori el escritor comunista alemán Erich Weinert (1890-1953).
Al ser movilizado para la guerra, el
destino de Palacio fue el Cuartel General del Ejército de Levante en Torrent
(conocido como la Posición Pekín). El compositor colaboró con el
Altavoz del Frente (Milicias de la Cultura del gobierno del Frente Popular), en
las que se fomentaban actividades radiofónicas relacionadas con la música y el
teatro. Según cuenta el músico en una carta al escritor Juan Gil Albert en
1982, “al de safío fascista de “cuando oigo la palabra cultura saco la pistola
y disparo, el mundo intelectual se estrechó en una solidaridad organizada y
activa dispuesta a defender el pensamiento”. El compositor alcoyano fue autor
asimismo de otra de las canciones más conocidas durante el periodo de la Guerra
Civil, a la que se la llamó Marsellesa española, basada en el poema Las compañías de acero, obra de Luis de
Tapia, el poeta más popular durante la segunda República por la publicación de
sus versos satíricos en los periódicos.
No fue Carlos Palacio, sin embargo
de los que se exilió en 1939, una vez derrotada la segunda República, como
tantos otros artistas e intelectuales que se habían comprometido en la defensa
del régimen del 14 de abril de 1931. Hasta 1950 permaneció en Alcoy y solo
después de conseguir una beca otorgada por el Ministerio de Cultura de Francia
decidió residir en París. Fue en esta capital donde compuso la sintonía de la emisora
Radio España Independiente (La Pirenaica), que se escuchaba en España de modo
clandestino, y a la que prestó su colaboración durante algunos años.
El compositor alcoyano pasó durante
su exilio largas temporadas en Moscú, donde fue muy bien recibido por las
asociaciones de músicos de las más importantes ciudades rusas. Tuvo una
amistosa relación con Shostakovich, de quien fue alumno, y también con
Jachaturián, de cuya esposa fue también amigo, así como de la viuda de Prokofief,
la española Lina Llubera.
En París leyó el músico alicantino
el libro de Blas de Otero Parle clair,
editado en aquella ciudad en edición bilingüe
por el hispanista y poeta francés Claude Couffon (1923-2013). De ese
modo empezó a componer las que Palacio denomino Canciones de buhardilla, sobre poemas de Antonio Galvañ Zanón y
Blas de Otero. El título obedeció a las reuniones de exiliados españoles que
tenían lugar en una buhardilla parisina y que, según el músico, “eran un tipo
de canciones que buscaban su inspiración en los sentimientos propiciados por el
exilio y la nostalgia”. Después, las ocho composiciones basadas en otros tantos
poemas de Blas de Otero las agrupó bajo el título “Otras canciones de España en
París” y fueron difundidas por Radio España Independiente. El poeta vasco las
llegó a conocer cuando se estableció en París en 1961.
Estas canciones fueron editadas en
Moscú en 1964 (edit. Música) en un cuaderno titulado Levántate, España. Canciones para canto y piano, a las que añadió
cuatro más sobre poemas de Antonio Galván, y un texto de presentación titulado Canciones de lucha, del escritor
exiliado en Moscú César Muñoz Arconada (1898-1964). En la memorias escritas por
Carlos Palacio (El compositor y la vida.
Notas autobiográficas), publicadas en Moscú por la Unión de Compositores
Soviéticos, asegura su autor que todas esas canciones se grabaron para radio
Nacional de España, contando con la voz de la soprano María Muros. En esas
memorias, publicadas más tarde (1984) por la Diputación de Alicante bajo el
título Acordes en el alma: memorias,
dice Palacio: “Acaba de telefonearme María Muro. Es una excelente soprano que
ha grabado ya para radio Nacional mis doce canciones con poemas de Alberti y
ahora me comunica que grabó hace días, la víspera precisamente de las primeras elecciones
libres de España(14 de junio de 1977) mi cuaderno “Levántate, España” sobre
poemas de Blas de Otero”.
La cantata para dos coros y dos
pianos, dedicada a Lenin, se basa en el poema del mismo título escrito por el poeta
vasco, muy amigo de Palacio, que tuvo como cabe imaginar gran repercusión en la
Unión Soviética. La obra fue cantada por los coros Yurlov y editada en disco
por Le Chant du Monde, según anota
Gregorio Sam Juan en un artículo sobre Blas de Otero (Este otro Blas Otero): Temor del poderoso. / Confianza de los
débiles. / Fidelidad al hombre./ Lenin./ Ojos escrutadores/ a través de
paredes/ de revisión y dogma./ Lenin./ Voluntad indomable./ Una hoguera en la
nieve./ Una pluma de fuego. / Lenin. / Cincel del alma rusa. / Fantasma de
Occidente. / Unidad de la tierra. / Lenin
Carlos Palacio, una vez fallecido el
dictador, regresó a España por primera vez en 1976 para dirigir el Himne de Festes de los Moros y
Cristianos de Alcoi. En 1984, durante el primer gobierno del Partido Socialista
en nuestro país, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional de
Fonografía. En Palacio, a pesar del gran amor que le profesaba a su tierra
natal, se hizo sentir la herida del exilio, tal como se puede leer en una carta
al escritor Juan Gil Albert: “La gran
noche se abatió sobre mi música en España. Cerrado por el oeste,
-realidad geográfica entrañable y perdida- me vi obligado a abrir brecha por el
este. Así paseé por muchas ciudades dejándome en ellas jirones de mi alma y de
mi música”.
El músico vivió en París, en el
hotel Nancy, hasta el día de su muerte, en febrero de 1997, si bien con la
democracia pasaban los veranos en la localidad de Alpedrete, en la sierra de
Madrid, donde escribió sus memorias, publicadas primero en ruso y más tarde en
español. El 9 de noviembre de 1979 se estrenó en Alcoy su Homenaje a Gil Albert en mi menor, una obra para piano dedicada a
la amistad que profesó al autor de Concertar
es amor. Con motivo de ese estreno, interpretado al piano por Gregorio
Casasempere, director de la Orquesta Sinfónica de Alcoy, el compositor había
dado esta pauta a los músicos: “Estos compases hay que interpretarlos como si
Juan Gil-Albert y Carlos Palacio hubiera muerto hace mucho tiempo”.
Enterrado en la capital francesa,
los restos mortales de Carlos Palacio fueron trasladados a su localidad natal
en 2004 para ser depositados junto a los de su esposa, Emilia Llorca Viñes,
fallecida en el año 2000. Cuentan las crónicas periodísticas que a esa
ceremonia no asistió ningún representante político, tal como se refleja en la
noticia publicada por el diario El País: “La inhumación de
los restos de Carlos Palacio, que fue enterrado en París en 1997, se convirtió
en un acto de homenaje al célebre compositor. Bajo una lluvia constante que
hizo más triste la jornada, destacaron su carácter humano, amable y sus
convicciones marxistas. En el homenaje de ayer no se dejó ver ningún
representante municipal. Los concejales del gobierno del PP y la oposición
(PSOE-Entesa y Bloc) no estaban en el acto, ya que a las once de la mañana
estaban debatiendo en un pleno municipal”.
El Salto DdA, XVIII/5184
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