sábado, 25 de junio de 2022

TERRAZAS Y GAVIOTAS DE GIJÓN


Ignacio Vega

Seguramente yo vivo en un Gijón gemelo de otra realidad, en otro universo. En un universo paralelo. Vivo en un barrio de Gijón pegado a la mar. A escasos trescientos metros de la playa. Veo gaviotas a diario. Convivo con ellas. Voy con relativa frecuencia a las terrazas de hostelería de mi barrio. Iba mucho más a menudo antes de la COVID-19. Y jamás, repito, jamás, me han llevado nada de la mesa en la que estaba sentado. Aunque lo intentasen, que lo hicieron, jamás consiguieron llevarse nada de lo que había en la mesa en la que estaba sentado. Nunca, repito, nunca, se me posaron en el hombro. Ni una sola vez, ni una sola vez, me atacó una gaviota por acercarme a ella para quitarle la comida que se estaba zampando. Al contrario. Siempre que hice tal cosa, siempre huyeron. Protestando ruidosamente, por supuesto. Pero se largaron. Saben muy bien que salen perdiendo si se enfrentan a nosotros. Las únicas veces que recibí algún picotazo de una gaviota, fue cuando la tenía agarrada para quitarle algún señuelo o sedal de pescar que tenía enganchado.
De todas las opiniones que se reflejan entre los entrevistados en el muy mejorable artículo, hay una que hay que tener en cuenta. Es la de la persona que habla de NO ALIMENTAR A LAS GAVIOTAS y poner huevos falsos en los nidos. No hay que alimentar a ningún animal salvaje. A ninguno. Opino incluso que no hay que poner comederos artificiales.
Estas noticias no me hacen ninguna gracia. Simplemente buscan crear un mal ambiente, un determinado estado de opinión. No sé el fin de este propósito. Pero sí sé el el final. Vamos a quedarnos sin gaviotas en Asturias. Como nos hemos quedado sin urogallos cantábricos, tórtolas europeas, ostreros euroasiáticos y algunos otros animales o plantas. Al tiempo. Diario gijonés "El Comercio". Edición impresa del sábado 25 de junio de 2022. Qué asquito.

DdA, XVIII/5204

No hay comentarios:

Publicar un comentario