martes, 21 de junio de 2022

MAÑUECO DE SAFARI EN UNA SIERRA DE LA CULEBRA DESOLADA POR EL FUEGO


Félix Población

Cuentan los periódicos que el presidente de la Junta de Castilla y León y su séquito acudieron a La Sierra de la Culebra vestidos de safari, a fin de informarse in situ de las más de 30.000 hectáreas del gran incendio forestal que un rayo prendió un mal día para causar esa tragedia en pocos fechas más. Se habló de que el viento en la zona, el terreno seco y las altas temperaturas colaboraron en la propagación del incendio. Se habló mucho menos del descuido en la limpieza de los bosques y la tardanza en acudir a sofocarlo. En algún programa de radio llegó a contarse que un equipo de voluntarios impidió el incendio de algunas casas. Hasta en los telediarios pudimos advertir la indignación con la que los vecinos de los pueblos afectados recibieron a la comitiva oficial, con Mañueco y su equipo atravesando las localidades en sus lujoso vehículos. Yo no sé lo que habrá pensado el alcalde de Villardeciervos, que es de su mismo partido, pero supongo que le habrá dicho lo que le dijo a los medios: "Podemos colgar el cartel de cerrado por liquidación, porque hemos quedado aniquilados". Jorge Echegaray, de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel), sostiene que se ha dado una “brutal destrucción del hábitat con consecuencias como la degradación sobre las presas salvajes”. Muchos corzos o jabalíes han muerto o se han desplazado, algo que el lobo ibérico no siempre hace por la territorialidad de sus congéneres, que dificulta que otros lobos se asienten en sus espacios. La densidad de estos ejemplares, teme Echegaray, se compromete porque esta desgracia ha sucedido en época reproductiva, con cachorros de apenas dos meses y que no siempre pueden ser transportados por sus madres ante la irrupción de las llamas. Por eso, este experto supone que algunos no habrán sobrevivido, al igual que miles de anfibios o reptiles abrasados por el fuego. “La sierra de la Culebra -asegura- nunca ha sido valorada por la Junta como espacio natural protegido ni santuario de la protección del lobo. El modelo de explotación forestal de coníferas en masa ha generado un polvorín”. Uno de los cronistas de aquel desastre ecológico vivido en tierras zamoranos hacía referencia a aquellos ancianos que le comentaron que preferirían no haber vivido para no ver tanta desolación. No pocos de los vecinos octogenarios que habitan los pueblos de Riofrío de Aliste plantaron en su día los pinos con el ICONA e hicieron las correspondientes podas. Se quemaron los castaños centenarios que plantaron nuestros abuelos, comentaba alguno. Era nuestra riqueza y nuestro recuerdo, decía Felipa, 84 años, con una azada y un cubo en las manos. Si se hubiera gestionado bien esta sierra, se habría evitado esta catástrofe. ¿Y ahora qué? Toda esa gente que puso en pie los árboles de esa sierra merece algo más que la visita de unos políticos disfrazados de safari para hacerse una cuantas fotos junto a paisaje desolado, como resultado de su falta de responsabilidad e incompetencia en preservarlo. ¿Así hasta la próxima?

     DdA, XVIII/5200     

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