Juan Ignacio González
EL TRAIDOR
«y habrá en cada pupitre de cada niño negro,
tinta de sangre, lápices de fuego» (Nicolás Guillén)
Fui yo quien recibió treinta monedas
por lacerar la espalda de los niños
que se hacinaban en los barracones
de los algodonales de Alabama.
Por preservar del fuego la Sagrada Escritura
que anunciaba la luz del paraíso
y olvidaba la muerte de los justos
en las cunetas de las carreteras.
Por pujar en la plaza, junto a los mercaderes,
por las pieles de ébano de las tristes muchachas
traídas de Goreé en las sentinas
de los barcos negreros.
Por sacar de las aguas, en las noches silentes,
cuerpos que se pudrían
en todos los meandros del Missouri
y talar el ciprés de los ahorcados
por los iluminados por la cruz de fuego
para borrar las huellas del oprobio.
Por adensar la niebla que anegó la memoria
de todos los que vieron detenerse
los trenes del horror en la estación vacía
y no dijeron nada.
Fui yo, Señor, fui yo, y ya no tengo miedo.
DdA, XVIII/5185
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