Félix Población
Aun contando con ocho millones
y medio de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en
Colombia, el candidato de la izquierda (Pacto Histórico) Gustavo Petro lo tiene
muy difícil para poder ganar en la segunda vuelta. No solo se habrá de
enfrentar al candidato trumpista de Biden en aquel país, Rodolfo Hernández,
sino a quienes lo apoyen en las urnas después de haber votado a los candidatos
de derecha y centro-derecha.
Además de ese previsible aglutinamiento
de votos a favor de Hernández, a quien la mayoría de los medios de aquí y de
allá llaman populista -siendo un representante claro de la extrema derecha y
admirador confeso de Hitler-, tanto Petro como su vicepresidenta Francia
Márquez deberán soportar una brutal campaña mediática de bulos y difamaciones, muy por encima de la que ya han soportado antes de la primera cita electoral.
En esto se repite la historia sufrida por la izquierda en Chile, que no pudo
evitar aun así la victoria de Gabriel Boric, o en España. Las
patrañas, noticias falsas y tergiversaciones informativas son muy similares en los tres países.
Es probable que todo ello haga que
Rodolfo Hernández acabe siendo el próximo presidente de aquella república, a no
ser que entre la abstención (45 por ciento en la primera vuelta) se pueda
movilizar al electorado suficiente para sumar al menos dos millones de votos a
favor de la candidatura de Gustavo Petro. Esta es la tarea que le toca a la
izquierda en las dos semanas que faltan para volver a las urnas en una segunda y
decisiva ronda.
Con el 40 por ciento de votos a
favor de Gustavo Petro frente al 27 de Hernández, hay que contar que el 23 por
ciento de los votos logrados por Fico Gutiérrez acaben respaldando la candidatura de Rodolfo Hernández, tal como se apresuró a prometer el candidato uribista. Puede que
ocurra algo similar con el 4 por ciento de votos a favor del centrista Sergio
Fajardo.
O sea, que la victoria del admirable y sufrido pueblo colombiano en esta primera vuelta de las presidenciales no parece que pueda ser ratificada en la segunda, ni siquiera por la mínima.
NUESTRA ERA
DdA, XVIII/5182
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