Lazarillo
Mi enhorabuena más sincera, cordial y afectuosa al poeta asturiano Alejandro Céspedes que acaba de recibir en la localidad onubense de Moguer el XLII Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su obra Soy Lola Jericó. El jurado del premio (dotado con 18.000 euros), que decidió por unanimidad la obra ganadora, destaca la “acusada personalidad poética del libro”, que aborda las distintas expresiones de la violencia de género, sin eludir la cruda realidad, siendo su autor capaz de elevarla a poesía con una expresión conmovedora y contemporánea”. Alejandro Céspedes (Gijón, 1958) es licenciado por la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. Entre sus obras publicadas destacan Cazadores de icebergs, La infección de lo humano, El aliento del klai, Topología de una página en blanco, Flores en la cuneta, Los círculos concéntricos, Las palomas mensajeras sólo saben volver, James Dean, amor que me prohíbes y La noche y sus consejos. He aquí alguno de los poemas que integran el libro ganador, facilitados amablemente a este Lazarillo por su autor después de que se le comunicará hace unos días la noticia de su premio:
No quieren que lo sepa. Ellos
ignoran
que anoche lo vi todo.
Hay una niña muerta encima de la
cama.
Les digo que yo tengo que peinarla,
así ha sido en mi sueño.
¡Solo tiene seis años! –les digo entre mis lágrimas.
–Alégrate –me dicen–,
tu
hermana se ha marchado a otro sitio mejor.
Les digo que en cualquier otro
sitio
le habría ido mejor, ¡menudos
ánimos!
Todos me besan, todos pasan sus
manos por mi pelo.
Les digo que el mundo para mí,
tras este día,
será el de la muñeca de una caja
de música.
Alguien perdió la llave y ya no
suena.
Cada vez que se abre,
hay una bailarina ridícula de
plástico
condenada a mirarse en un espejo
en mitad de un patético silencio.
**
Toda la incompetencia de este
mundo conspira
para que la muerte siga entretenida.
Tras haberse rendido,
y una vez prohibida la esperanza,
hay una condición: no hacer rehenes.
**
La conexión entre las cosas que se aman
es una lucha cuerpo a cuerpo entre dos formas
que se resisten a desaparecer.
**
El fondo
se calcina,
el
contorno se ahoga sobre el sepia
en las
fotos de aquellos que se mueren.
**
Una
muñeca enferma va entornando los párpados
mientras
se cae de espalda.
Parece
que se duerme
mientras
le estoy hablando,
pero todas sus repuestas
silenciosas
son lamentos en busca de un oído.
Hasta los muertos sufren esa
melancolía
de las cosas que están inacabadas.
El silencio se huele,
el dolor sabe a pólvora quemada.
Al frente hay un vacío inabarcable.
Los espejos contestan con
imágenes ígneas
cuando lo que se cumple no es un
sueño,
sino una pesadilla.
**
A veces me veo a mí
misma
nadando en medio del
mar hacia una isla
que esa otra que
también soy yo
ni ve ni sabe que existe.
Ha ocurrido un error en el sistema.
El programa no responde.
¿Finalizar ahora?
¿Enviar informe de errores?
La palabra es espacio
cuando el tiempo nos
muerde en la escritura.
DdA, XVIII/5182
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