martes, 31 de mayo de 2022

EL POETA ALEJANDRO CÉSPEDES, PREMIO JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


Lazarillo

Mi enhorabuena más sincera, cordial y afectuosa al poeta asturiano Alejandro Céspedes que acaba de recibir en la localidad onubense de Moguer el XLII Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su obra Soy Lola JericóEl jurado del premio (dotado con 18.000 euros), que decidió por unanimidad la obra ganadora, destaca la “acusada personalidad poética del libro”, que aborda las distintas expresiones de la violencia de género, sin eludir la cruda realidad, siendo su autor capaz de elevarla a poesía con una expresión conmovedora y contemporánea”. Alejandro Céspedes (Gijón, 1958) es licenciado por la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. Entre sus obras publicadas destacan Cazadores de icebergs, La infección de lo humano, El aliento del klai, Topología de una página en blanco, Flores en la cuneta, Los círculos concéntricos, Las palomas mensajeras sólo saben volver, James Dean, amor que me prohíbesLa noche y sus consejos. He aquí alguno de los poemas que integran el libro ganador, facilitados amablemente a este Lazarillo por su autor después de que se le comunicará hace unos días la noticia de su premio:


No quieren que lo sepa. Ellos ignoran

que anoche lo vi todo.

Hay una niña muerta encima de la cama.

Les digo que yo tengo que peinarla,

así ha sido en mi sueño.

¡Solo tiene seis años! –les digo entre mis lágrimas.

Alégrate –me dicen–,

tu hermana se ha marchado a otro sitio mejor.

Les digo que en cualquier otro sitio

le habría ido mejor, ¡menudos ánimos!

Todos me besan, todos pasan sus manos por mi pelo.

Les digo que el mundo para mí, tras este día,

será el de la muñeca de una caja de música.

Alguien perdió la llave y ya no suena.

Cada vez que se abre,

hay una bailarina ridícula de plástico

condenada a mirarse en un espejo

en mitad de un patético silencio.

**

Toda la incompetencia de este mundo conspira

para que la muerte siga entretenida.

Tras haberse rendido,

y una vez prohibida la esperanza,

hay una condición: no hacer rehenes.

**

La conexión entre las cosas que se aman

es una lucha cuerpo a cuerpo entre dos formas

que se resisten a desaparecer.

**

El fondo se calcina,

el contorno se ahoga sobre el sepia

en las fotos de aquellos que se mueren.

 

**

Una muñeca enferma va entornando los párpados

mientras se cae de espalda.

Parece que se duerme

mientras le estoy hablando,

pero todas sus repuestas silenciosas

son lamentos en busca de un oído.

Hasta los muertos sufren esa melancolía

de las cosas que están inacabadas. 

El silencio se huele,

el dolor sabe a pólvora quemada.

Al frente hay un vacío inabarcable.

Los espejos contestan con imágenes ígneas

cuando lo que se cumple no es un sueño,

sino una pesadilla.

**

A veces me veo a mí misma

nadando en medio del mar hacia una isla

que esa otra que también soy yo

ni ve ni sabe que existe.

Ha ocurrido un error en el sistema.

El programa no responde.

¿Finalizar ahora?

¿Enviar informe de errores?

La palabra es espacio

cuando el tiempo nos muerde en la escritura.

     DdA, XVIII/5182     

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