David García Arístegui
Falleció el laureado actor Juan Diego, ganador de tres Goya y
otros numerosos galardones. Pero Juan Diego también fue conocido, dentro y
fuera de su profesión, por su militancia y compromiso político. Se atribuye a
su entonces camarada del PCE Víctor Manuel la autoría del
apodo de Juan Pliegos, por estar constantemente recogiendo
firmas y distribuyendo materiales relacionados con su actividad política y
sindical.
1975 es el año de los estertores de la dictadura franquista -recordemos que Franco murió
en la cama ese año- y el año de estrenos de películas que avisaban del
advenimiento del destape, como “Zorrita Martínez”, “Yo soy
fulana de tal” y “Polvo eres”. Y seguían
existiendo esas peculiares entidades que eran los Sindicatos Verticales,
la manera en la que el franquismo entendió que se debían regular las relaciones
laborales. En 1940 se promulgaba la llamada Ley de Unidad Sindical,
donde se estableció que empresarios y trabajadores se integrarían en una única
organización sindical bajo el mando de la FET y de las JONS.
Desde 1974 dirigía el Sindicato Nacional del Espectáculo el ínclito Jaime
Campmany, al que le tocó gestionar un año después una huelga explosiva,
después de haber expulsado a Joan Manuel Serrat del sindicato
por sus posicionamientos políticos. En los antecedentes de la huelga aludida de
1975 encontramos a Juan Diego, militante del PCE después de un
breve periodo de tiempo en el falangismo disidente del Frente de
Estudiantes Sindicalistas. Juan Diego y Concha
Velasco protagonizaban en 1971 la obra “Llegada de los
dioses” y decidieron pedir un día de libranza a la semana. El
empresario se negó por lo que se convocó una huelga ilegal, haciendo de
esquiroles Manuel Galiana y Julita Martínez. Pero
sin Diego y Velasco la obra no tuvo el mismo éxito, por lo que la huelga se
ganó y se lograron sus reivindicaciones.
Ya como responsable de la Comisión de Arte y Cultura del PCE,
participó en 1975 en una de las huelgas más importantes que se han producido en
el Estado español: la primera huelga de sector de actores y actrices. En el
sector del cine la célula de Juan Antonio Bardem era quien
había organizado a las y los trabajadores y la de Diego hizo lo propio en artes
escénicas. Los actores y actrices iniciaban el 4 de febrero de 1975 la primera
huelga del espectáculo en España, nueve meses antes de la muerte de Franco. Era
impulsada por la conocida como “Comisión de los once”, elegida en
asamblea en 1974 y creada para poder participar en las negociaciones del
convenio del sector.
Antes de la oleada de huelgas y asambleas que se produjeron por todo el
estado en 1976 el mundo del espectáculo se movilizaba y generaba una
solidaridad enorme. Actores y actrices secundaron mayoritariamente una
convocatoria de huelga donde se reclamaban mejoras salariales, pago de las
dietas y gastos de desplazamiento, el cobro de los ensayos y una función única
diaria. La huelga se desbordó y comenzaron a sumarse a ésta otros sectores del
espectáculo, desde los tablaos flamencos a los circos, hasta llegar a TVE.
El momento más duro del conflicto se produjo cuando la policía asaltó el Teatro Bellas Artes durante una asamblea, llevándose detenidos a Tina Sainz, José Carlos Plaza, Antonio Malonda y Yolanda Monreal, que ingresarían en prisión acusados de terrorismo y pertenencia a ETA y el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico, aprovechando las conexiones de la ilegal Unión Popular de Artistas, con el PCE (m-l), partido impulsor del FRAP. También fueron detenidos Rocío Dúrcal, Pedro Mari Sánchez, Flora María Álvaro y Enriqueta Carballeira, pero éstos fueron puestos en libertad gracias a las gestiones de una inesperada aliada: Lola Flores, que además simuló una enfermedad para no tener que actuar durante la huelga. La huelga se desconvocó después de pactarse la libertad de Sainz, Plaza, Malonda y Monreal, que aún asi fueron condenados a enormes sanciones económicas.La represión lograría doblar al movimiento huelguístico, que el 12 de febrero suspendía el paro laboral, pero no destruiría la organización sindical del sector del espectáculo. El sindicato franquista quedaría desprestigiado y los actores y actrices lograrían en los siguientes años imponer sus principales reivindicaciones: el pago de los ensayos y los desplazamientos, días libres y menos funciones diarias.
En una interesante entrevista
concedida a Mundo Obrero Juan Diego hacía balance un año antes
de fallecer: “Cayeron más de cien compañeros. Cada vez que dábamos un paso
se cargaban a cinco o a seis: a los abogados de Atocha, a jóvenes en
manifestaciones…. A toda esa gente que estaba con el pensamiento a flor de piel
y con ganas de soñar. Es terrible. Con la democracia los medios de comunicación
comprometidos con el pacto de silencio suprimen aquellas expresiones de lucha
de clases y quitan las claves esenciales. Nos han robado el lenguaje para
construir el falso relato de su país […]. Los que realmente creen en la lucha
de clases son lo que están arriba. Yo no hablaría de clase obrera con
conciencia de clase, sino de trabajadores que tienen unas necesidades, gente
que está fuera de juego, que pasa hambre, gente al borde de la desesperación y
la miseria. Están destruyendo una generación tras otra. Generaciones que se
pierden para el conocimiento de la sociedad”
Pero como luchador que fue toda la vida, Diego acababa la entrevista con un
mensaje llamando a la movilización y a la esperanza: “En Estados Unidos, los
empresarios le decían a Biden: los trabajadores no quieren trabajar.
Y Biden les respondía: Pagadles más. Esa es la inteligencia, aunque
sea capitalista, pero es que no nos vale cuanto peor, mejor. Desde
la propia esencia del capitalismo, hasta George Soros, saben que si no hay para
consumir no pueden mantenerse. Hay una batalla que hemos perdido, pero falta
mucho para perder la guerra”
El periplo vital de Juan Diego nos enseña que el éxito en el mundo del
espectáculo no lleva asociado el desclasamiento o el abandono de posiciones
políticas de izquierdas. Juan Diego fue un luchador y su recuerdo tiene que
animarnos a organizarnos. De todas las maneras posibles, con todos los medios a
nuestro alcance.
NORTES DdA, XVIII/5156
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