Mientras morían diariamente más
de 1000 ciudadanos y ciudadanas (en Madrid 300) durante los peores días de la
pandemia; mientras el personal sanitario exhausto, doblando turnos, por un
salario precario, salvaban vidas a costa de las suyas; mientras en las
residencias de ancianos morían como chinches en la soledad más absoluta y sus familiares
impotentes lloraban en un rincón de sus casa; mientras los sanitarios se
protegían con bolsas de basura y “mascarillas domésticas”; mientras media
España lloraba a sus muertos y la otra permanecía confinada con el miedo en el
cuerpo; mientras la ciencia se declaraba incapaz de devolvernos la esperanza; mientras
la solidaridad se hacía patente todas los días a las ocho de la tarde en los
balcones a través del aplauso agradecido hacia el personal sanitario, policía,
bomberos, taxistas…; mientras decenas de miles de trabajadores resistían
gracias a los ERTE; mientras los pequeños y medianos empresarios resistían
también gracias a los ERTE y su voluntad de arrimar el hombre para que el
tejido productivo del país aguantara. Mientras todo esto ocurría en un país (y
en resto del mundo) que puso a prueba su sistema sanitario público, había quien
o quienes se estaban forrando impúdicamente con el dolor.
La fiscalía anticorrupción se ha
querellado contra dos personajes de la farándula, representantes de la España
parásita con vínculos y contactos con el poder en el Ayuntamiento de Madrid, a
través de un informe demoledor por el que se les acusa de cobrar comisiones
millonarias (seis millones de euros de una factura de 15 millones). El juzgado
de instrucción 47 de Madrid lo ha admitido a trámite y procederá al
interrogatorio de los “patriotas” y de los testigos que el juez tenga a bien
citar, entre los que no faltaran a la cita judicial estará el primo del
Alcalde, Carlos Martínez-Almeida, quien ejerció de enlace con altos
responsables del Ayuntamiento y con la mano derecha del alcalde, José Luis Martínez-Almeida.
Los “patriotas” de banderita española en la muñeca son Luis Medina, hermano del actual duque de Feria (ya saben que estos títulos se heredan) e hijo de Naty Abascal y el otro “pájaro patriota”, Alberto Luceño. El primero, acostumbrado a lucir palmito en las pasarelas de moda y programas basura de la televisión, lucirá palmito en la “pasarela” de los juzgados. Los dos “empresarios” implicados dijeron actuar “movidos por el deseo de ayudar” en la lucha por la pandemia. La fiscalía anticorrupción sostiene que “en realidad, su ánimo fue obtener un escandaloso e injustificado beneficio económico” y solicita penas por estafa, falsedad y blanqueo de capitales.
Suponemos que los primeros
indignados serán los empresarios de verdad. Los empresarios que, con su
actividad, generan riqueza, crea puestos de trabajo y con sus impuestos
contribuye al sostenimiento del bien común. Estos personajes de la farándula
son parásitos de la sociedad, siempre al acecho de dar el golpe en virtud de
los contactos que establecen con el poder y las tramas familiares a las que
pertenecen.
Como todo “patriota” de
banderita en la muñeca, son horteras y zafios. Con el botín obtenido con el
negocio del dolor han comprado coches de lujo (Ferrari, Lamborghini, Porche, Mac
Laren, Mercedes de alta gama…) un yate, Rolex, un pisos de lujo… y vacaciones
de jeques en Marbella. Todo ello, durante los mismos días en que el dolor se
hacía insoportable en la sociedad española. A nadie le extrañaría que estos
chorizos de medio pelo a la vez que daban el sablazo a la administración
pública se estuvieran manifestando en el barrio de Salamanca, con caceroladas
incluidas, pidiendo la dimisión del gobierno por no permitirles ir a jugar al
golf en tiempos de pandemia.
DdA, XVIII/5134
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