Félix Población
En unos pocos días se cumplirá
un mes desde la detención e incomunicación en Polonia, en una prisión de máxima
seguridad, del periodista español Pablo González, colaborador free lance
del diario Público -especializado
en los países Europa del este-, al que se le acusa de ser un espía de la
inteligencia militar rusa durante la guerra que sufre Ucrania y que cubría como
corresponsal del citado periódico.
Transcurrido ese tiempo, sin
que el detenido haya tenido posibilidad de entrevistarse con su abogado español
ni de haber podido hablar con su familia, resulta en verdad lamentable el
desinterés, la indiferencia o el silencio mantenido al respecto por algunas
asociaciones profesionales de nuestro país. Algo similar ocurre con la mayoría
de los medios de comunicación. No creo que ni unas ni otros mantuvieran semejante
comportamiento de haber sido González encarcelado en Rusia, acusado de espiar
para Ucrania.
Pablo González, que tiene doble
nacionalidad por haber nacido en Rusia en 1982, se ha caracterizado a lo largo
de sus crónicas desde Ucrania por haber informado de los hechos tanto desde la
región de Dombás como de las características del batallón ucraniano de
ultraderecha Azov. Este corresponsal de guerra no está recibiendo por parte del
Ministerio de Asuntos Exteriores el apoyo o la diligencia en la atención que
requeriría un ciudadano europeo detenido en un país de la Unión Europea. Nos
cuesta imaginar una actitud así por parte de los gobiernos de Francia o
Alemania en similares circunstancias.
“Estamos en la UE. Quien está
fuera de la Unión es Polonia. Polonia no está respetando ni la Carta de
Derechos Humanos ni siquiera el reglamento de legalización de
documentos", considera Gonzalo Baye, abogado del periodista. "Estoy
intentando que los organismos europeos se pronuncien. Me he puesto en contacto
con el Colegio General de la Abogacía Europea, con el Colegio de Abogados de
Polonia, con el Consejo de la Abogacía polaca… Los dos últimos ni siquiera me
han dicho 'compañero, gracias por su mail, no nos interesan sus problemas', que
en esta situación casi lo podría entender. Pero el silencio a mí me parece de
mala educación".
A González se le está privando
de los derechos que le asisten a cualquier ciudadano de la Unión Europea cuando
es detenido: el derecho a la presunción de inocencia, por un lado, y los
derechos básicos a entrevistarse con un abogado de su confianza y a comunicarse
con su esposa. Gonzalo Baye ni siquiera ha tenido hasta ahora posibilidad de
dialogar a distancia con las dos abogadas de oficio que se le asignaron
sucesivamente al periodista español.
De momento, el tribunal
regional de Rzeszow (Polonia) hizo saber que Pablo González deberá permanecer
en prisión preventiva hasta el 29 de mayo, fecha en la que los jueces decidirán
sobre su libertad condicional. ¿Se va a mantener así de activo como hasta ahora
nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores?, ¿perseverarán también en el silencio
ciertas asociaciones profesionales de España?, ¿seguirá siendo tan precaria y
en algún caso bochornosa la información al respecto aportada por los medios?
De momento, la Asociación de la
Prensa de Madrid se ha limitado a ser noticia estos días, en la persona de Juan
Caño, por las palabras que como presidente de esa histórica entidad profesional
dedicó a Isabel Díaz Ayuso y a la reina consorte: “Algo debe tener nuestra
profesión para generar celebridades de la talla de nuestra reina y de la
presidenta de nuestra comunidad”. La grima me impide decir más.
*LUH NOTICIAS DdA, XVIII/5121
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