Hace un par de días) y desde los micrófonos de Radio3,
Rodrigo Cuevas nos sorprendió con una revelación que merece ser comentada en
algunas líneas: los himnos de las ciudades de Mahón y Avilés son exactamente
iguales, en letra y música.
El músico
asturiano -para quien no le conozca se trata de un personaje de culto, como
decíamos en otros tiempos, muy conocido en su tierra en todos los ámbitos, ecléctico
y absolutamente inclasificable en su recorrido artístico, que es de un innegable
valor folklórico y además representativo de las inquietudes de su generación-
nos mostró sendas grabaciones que confirmaban rotundamente su afirmación,
despertando la estupefacción y también, por qué no, las risas entre todos los
allí presentes, no sólo debido a la singularidad del hecho constatado sino
porque la letra de la canción no tiene desperdicio. Dice así:
«Es
Mahón/ una ciudad culta y galante/ tiene comodidades de una ciudad grande/ Hay
comercios de gran importancia/ juzgado de primera instancia/ y una hermosa
electricidad./ Mahón tiene muchachas bonitas/ hay boticas/ hay cafés/ hay
teatros y buenos paseos/ y un puerto de mar al pie/»
Sorprende (y no sorprende), -éste es un título
con el que se encabeza una sección muy popular en el diario de Menorca- que los
mahoneses de toda edad y condición conozcan al dedillo la letra y
música de la canción, que por esta razón adquirió categoría de
himno oficial y se recuerda cada año en sus calles especialmente en las fiestas
de Gracia, que se celebran en Septiembre. Pero no muchos conocen su historia,
que está vinculada a la primera visita a la isla de un rey español, Alfonso
XIII.
En primer lugar hay que precisar que la isla
más aislada (de todas las del Mediterráneo es la que se encuentra más alejada
de tierra firme) tiene dos características muy señaladas: No sé hasta qué punto
estoy en lo cierto pero yo diría que es en igual medida británica y republicana,
algo que parece contradictorio, puesto que la monarquía inglesa ha sido y sigue
siendo la más sólida de todas.
De hecho, entre
los menorquines circula aún hoy el comentario de que, antes de acoger a
cualquier miembro de la monarquía española, preferirían la visita de la reina
de Inglaterra. Y, si no la reina, sí acudieron otros miembros de la realeza al
funeral que se celebró el año pasado en memoria de su consorte el príncipe de
Edimburgo en las instalaciones militares de la isla Pinto, en el mismísimo
puerto de Mahón.
Pero es que Menorca fue inglesa, entre idas y
venidas, durante casi un siglo y fue precisamente éste el Siglo de las Luces.
Por ello, fue y continúa siendo una avanzadilla en muchas cosas que conciernen
al progreso: queda, por ejemplo, reflejado
en la letra de la canción -una
hermosa electricidad- que fue la primera ciudad en las Baleares que contó
con alumbrado eléctrico en sus calles.
La presencia inglesa en la isla va mucho más
allá. A día de hoy sólo hay un semáforo en la ciudad de Mahón; el que se sitúa
en la salida de la estación de autobuses, un lugar que merece cierta prudencia,
según reclamaron los conductores de las diferentes líneas que ahí convergen. El
cinturón que rodea la villa de Mahón, dejando fuera el polígono industrial,
deja paso a los peatones a través de los pasos de cebra que todos los
conductores deben respetar. Y a las horas en que los alumnos salen de los
colegios, siempre hay en los lugares más transitados por los escolares uno o
dos guardias urbanos que regulan el tráfico.
Como contrapartida, y también es una
apreciación personal, hay cierto espíritu colonial que aún se mantiene entre los
residentes de habla inglesa y que los lugareños parecen aceptar sin
restricciones: por ejemplo, no deja de sorprenderme el hecho de que un inglés
que lleva veinte años viviendo en la isla aún tenga que hablar en su lengua
nativa con la cajera del supermercado. Es decir, en veinte años no ha sido
capaz de aprender una palabra ni de la lengua local ni del catalán ni del
castellano.
Mi amiga Nuria, que vivió la mitad de su vida
en la isla, decía que existe un cordón umbilical entre Menorca e Irlanda y algo
de cierto debe haber en semejante afirmación cuando algunos de los personajes
más relevantes de la historia local son precisamente de origen irlandés: Kane,
por ejemplo, que fue el primer gobernador inglés de la isla y el impulsor de la
carretera que pretendía unir Mahón con Ciudadela y se quedó a la altura de Es
Mercadal. O Allan Hillgarth, cónsul en Baleares durante la guerra civil, que
también procedía de Irlanda, y fue quien negoció la rendición de la isla en
condiciones que permitieran salir de allí algunas de las personalidades más
comprometidas con la República. Luego, claro está, todo salió mal y muchos de
los que debían haber partido no pudieron hacerlo.
Porque Menorca,
que cayó después de Barcelona, fue también republicana durante toda la guerra civil
-al contrario que Mallorca y las Pitiusas, donde triunfó la rebelión en el 36-
y, aunque esa circunstancia se dio igualmente en muchos lugares, sus efectos en
una sociedad pequeña y cerrada, sin escapatoria posible, en un espacio tan
limitado (apenas 50 km. de punta a punta de la isla) donde la vecindad era
también en muchos casos consanguinidad, fueron aún más acentuados que en otros
sitios.
La vocación
republicana de Menorca se ha perpetuado no sólo durante toda la posguerra sino
incluso durante la transición. Franco pasó un día en la isla en 1960 y jamás volvió
y su majestad El Bribón sólo atracaba en el puerto de Fornells una vez al año y
siempre para sentarse a tomar una caldereta en algún restaurante. El hijo ha
recalado allí con su mujer en un par de ocasiones para inaugurar algún centro
de carácter benéfico. Y poco más.
La relación
de Menorca con los Borbones ha sido escasa: Sin embargo, el bisabuelo del
actual monarca ya dejó su impronta allí, al inaugurar el 20 de abril de 1904 la
Lonja de Pescado de Mahón, en cuya entrada se exhibe una placa conmemorativa
que dice que “Alfonso XIII se dignó visitar...” ¿Dónde se ha visto
semejante expresión para celebrar una visita real?
Esta aparición
de Alfonso XIII fue la que dio pie a la composición del himno mahonés. Una
canción pegadiza, con letra y música muy sencillas, obra de una maestra local
para agasajar al monarca en uno de los pasos de su recorrido, que incluía el primer
colegio nacional de la isla; una canción que se popularizó hasta el punto de
convertirse en himno aceptado por todos.
Queda por
resolver la incógnita de su trasplante a Avilés. Aunque algunos avilesinos
hayan defendido la autoría porque la conocen de toda la vida, es evidente que la
huella de origen más antigua es mahonesa. Ahora bien, sigue siendo un misterio el
cómo se trasladó de uno a otro lugar, un fenómeno que sólo es explicable si
tenemos en cuenta el alma volátil del folklore popular que produce verdaderos
milagros.
Se dice que
ya desde los años 30 del siglo pasado coincidían mahoneses y avilesinos en la
base militar de El Ferrol, donde algunos bisoños nostálgicos de la isla la
entonaban. También se sitúa el traspaso del himno a la ciudad asturiana en el
frente del Ebro, en un relato que sostiene las mismas características que el
anterior. En cualquier caso, la canción se hizo muy popular entre unos y otros
hasta ser considerada como el himno oficial de ambas villas que de vez en
cuando se disputan la originalidad y la autoría de Es Mahón / Avilés.
DdA, XVIII/5119
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