Ana Cuevas
Es curiosa la tendencia que tienen algunos gerifaltes de ponerse de perfil ante evidencias sobresalientes. Poner cara de poker y esquivar las obviedades forma parte del argumentario político de muchos personajillos públicos. Por eso a la consejera de la sanidad aragonesa no le supone un problema negar la mayor y determinar que no le "consta" que la calidad de las limpiezas sanitarias se vea determinada más por una cuestión económica que por la necesidad de dar un servicio impecable a la ciudadanía.
Ante las denuncias de miembros del comité de empresa del Hospital Infantil acerca de la precariedad en personal y medios, la señora Repollés ha contestado, al más puro estilo de la infanta Cristina, que no le constan dichas deficiencias. Las quejas de los padres de niños oncológicos o las fundamentadas reclamaciones de los trabajadores no perturban su conciencia burocrática. Ella está por encima de toda esa demagogia que mantiene un discurso obsoleto acerca de que su cargo es el de una servidora pública que vela por el bien de la ciudadanía. ¿Estamos tontos?
Hablamos de una estadista que desprecia los detalles mundanos como la seguridad de los usuarios o de los trabajadores de la limpieza. Ella está por encima de estas frivolidades, Si una pandemia mundial no sirvió para reforzar un servicio básico, como es la limpieza hospitalaria, ¿qué tiene que suceder para que se produzca el milagro?
Ignoro cómo le funciona la cabecica a doña Sira pero sé , de buena tinta, cómo nos funciona al personal de las contratas de limpiezas sanitarias de Aragón. Y, en confianza, estamos hasta las gónadas de que se nos explote en detrimento de dar un servicio razonablemente aceptable a la ciudadanía. Los recortes en presupuestos de limpieza caen directamente sobre nuestras machacadas espaldas. Recortes de plantilla, ampliación de ratios de trabajo... deficiente servicio en definitiva. No es de extrañar que nuestras plantillas se vean mermadas, no solo por la racanería de los presupuestos ofertados, si no también porque el personal acaba enfermando física o psicológicamente ante la presión a la que se ven sometidos.
El Hospital Infantil ha dado un paso adelante. El Hospital Lozano Blesa también. A partir del lunes día 14 de marzo, las limpiadoras del Hospital Clínico de Zaragoza saldrán a las diez de la mañana a manifestar su hartazgo y su frustración por no poder prestar a sus conciudadanos la atención que merecen. Nuestras plantillas se ven mermadas en toda la comunidad y nos sentimos impotentes ante la inseguridad que significa para los usuarios.
A nosotras, las invisibles limpiadoras sanitarias, si nos consta. Nos consta el desinterés y la hipocresía que la administración ha mantenido históricamente con nuestro sector. Nos consta la indiferencia por el bienestar de los pacientes de la sanidad aragonesa, cuya seguridad, pasa por unas condiciones de asepsia óptimas para su recuperación. Nos consta la falacia de que, subcontratar las limpiezas sanitarias, es mejor que gestionarlas directamente desde la administración como una empresa pública. Nosotras, las ignorantes limpiadoras, hemos echado cuentas. Los humildes sabemos mucho de economía de guerra, es lo que tiene ser mileurista. Y si tenemos en cuenta sólo el 21 por ciento que pagamos en IVA, y el beneficio empresarial que obviamente persiguen las empresas que concurren al concurso, hablamos de una millonada. Pasta gansa que, gestionada por la propia consejería, se podría traducir en un incremento de personal y calidad en el servicio de limpieza.
A doña Sira Repollés le fallan los pabellones auditivos de momento. Pero, lo que ha empezado como un susurro, tiene visos de transformarse en un clamor que se contagie a todas las limpiezas sanitarias de Aragón. Estamos hartas de clamar en los Monegros de una comunidad que ignora nuestras, más que justas, reivindicaciones.
Espero que le conste, doña Sira. Porque nosotras lo tenemos clarinete: ¡Limpiezas Sanitarias en lucha! (por si había alguna duda).
DdA, XVIII/5107
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