jueves, 3 de marzo de 2022

ENVÍO DE ARMAS Y ARGUMENTOS HIPÓCRITAS


Alejandro Álvarez

Sánchez, cambiando su opinión de hace dos días, dice que España enviará armas a Ucrania. ¿Por qué se produce ese cambio en el presidente del gobierno? ¿Se trata de librar a Ucrania de la injusta invasión rusa? Tengo la desagradable sospecha de que el cambio tiene que ver mucho más con las presiones de USA, la UE y la derecha política y mediática que con los hipotéticos motivos planteados en las preguntas anteriores. Porque librar a Ucrania de esa invasión hace imprescindible, según los expertos militares, enviar miles soldados de los países de la OTAN, pues la desigualdad de fuerzas es demasiado grande entre Ucrania con Rusia. Eso lo saben en EE.UU., en la OTAN y en la UE. ¿Por qué, entonces, no se envían esas tropas? Porque eso supondría con seguridad muertes de soldados propios y para eso todavía no está preparada la sociedad.

La campaña brutal de los medios, demonizando a Putin, manipulando conciencias, excitando pulsiones nacionalistas y azuzando vísceras guerreras seguramente hará que, en poco tiempo, si fuera necesario, la sociedad española y europea aceptaran nuestra entrada en la guerra. No sería nada extraño. Antes de la guerra del golfo la mayoría de la sociedad americana estaba en contra. Pero, poco después, gracias a la campaña con imágenes falsas (como en nuestras teles) y mentiras para excitar las emociones (como en nuestras teles), fabricadas por una empresa contratada por el gobierno de EE.UU, la mayoría de la población apoyó una guerra basada en mentiras.

Volviendo a las razones del envío de armas, es posible que la secuencia de los hechos haya sido más o menos así: EE.UU. considera que la mejor estrategia actual es la prolongación de una guerra que desgaste a Rusia y genere dos efectos deseados: rusofobia en Europa (los medios están sembrando en cantidades industriales odio a Putin y, de paso, a ese país) y contradicciones internas que debiliten la posición del gobierno ruso. De esta forma, el desenlace podría suponer una caída de Putin, que generaría una debilidad de Rusia y un momento perfecto para incluir a Ucrania en la OTAN y poner sus riquezas bajo control occidental (cuestión clave) y desconectada de Rusia. Porque esa la gran cuestión, la gran pelea de dos imperios por controlar el mundo (aunque en realidad deberíamos decir, en el que uno quiere controlar el mundo y otro mantener espacio para no ser controlado).

En ese escenario, le viene muy bien a EE.UU y a su instrumento, la OTAN, prolongar esa guerra, aunque suponga miles de muertos ucranianos. Puede sonar malévolo, pero, ¿Cuándo se paró EE.UU. a considerar las muertes de ciudadanos de otros países si eso beneficiaba sus objetivos económicos y geopolíticos? ¿En Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en Siria, en Libia, en Chile, en Argentina, en Brasil, en Bolivia,...? Dar armas a los ucranianos puede parecer un acto de solidaridad, una defensa del débil, cierto. Es un punto de vista que se nos impone casi de inmediato. ¿Quién se va a atrever a oponerse a ayudar a defenderse al que es agredido? Resulta difícil y arriesgado adoptar una posición contraria. De mano, parece insolidario. Y lo sería si eso supusiese dar por buena la invasión o implicase aceptar que el ejército ruso se quedase en Ucrania en el futuro. Pero desde luego, no, no se trata de eso sino de buscar una salida que apueste por la paz a largo plazo. Repito: paz a largo plazo.

Y eso exige una estrategia no de dominación extendiendo la OTAN, como está haciendo EE.UU. desde la caída del bloque socialista, sino de acuerdo y seguridad mutua. ¿Es posible una estrategia distinta? Rusia ha dicho que solo exige la neutralidad de Ucrania, que no entre en la OTAN. No olvidemos que Ucrania es un país con etnias, lenguas y culturas distintas, algunas muy cercanas a Rusia, y su mejor estatus sería, a juicio de quienes conocen bien el país y no son nada favorables a Putin, el de país neutral. ¿Por qué no acceder a eso, tan sencillo? Porque estamos ante una apuesta muy fuerte de EE.UU. (que manda en Europa) para frenar su declive imperial, debilitando a Rusia económicamente y políticamente, enfrentándola con Europa (la presión para que no entrara en funcionamiento el Noth Stream2 es reveladora, objetivo que EE.UU. no consiguió, curiosamente, hasta el actual enfrentamiento con Rusia).

Con el conflicto, EE. UU. se asegura de que Europa sea su frente atlántico contra Rusia, de forma que las fuerzas estadounidenses puedan centrarse en controlar el Pacífico, donde está creciendo con mucha fuerza China, que ya está disputándole la hegemonía económica mundial. Así, la decisión de Sánchez de enviar armas a los ucranianos tiene poco de solidaridad de España con Ucrania y mucho con el sometimiento de España a la estrategia imperial de EE.UU., que convierte a los ucranianos en los paganos de una guerra que responde a unos intereses en los que ellos son los peones, pero en su desgracia tienen tanta culpa EE.UU. como Rusia. ¿Por qué el PSOE acepta tal sometimiento? Desde que Felipe González defendió a capa y espada el atlantismo, este partido ha tenido un secretario general de la OTAN, Solana, que, obedeciendo a Washington, ordenó el bombardeo ilegal e inhumano de Serbia, y ahora tiene a Borrell, el mayor propagandista y más fiel vasallo de los deseos americanos, como responsable de la política exterior europea. Una tragedia que sufren los pueblos que tienen la mala suerte de ser peones en el juego de intereses de quienes solo piensan en beneficios propios. Y parece que España también es un simple peón, como demuestra la decisión de Sánchez.

DdA, XVIII/5099

 

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