miércoles, 2 de marzo de 2022

LOS PUTIN E HIJOS DE PUTIN SOBREVIVIRÁN AL HOLOCAUSTO


Ana Cuevas

Dedicado a mi querida amiga Oksana. Tus lágrimas corren por mis mejillas.

Mi cabecica empieza a valorar la posibilidad de que habitemos en una suerte de metaverso despiadado, oscuro y mentiroso sin tener conciencia de ello. 
En este manicomio que llamamos nuestro mundo coexisten decenas de conflictos y violaciones de los derechos humanos de los que solo se habla de pasada. Acaso, pero siempre mirando de perfil, se nos cuela entre los tropezones de la sopa el diminuto cadáver de un bebé sirio o subsahariano que pretende agitar nuestra conciencia. Pero, como quien se saca una mosca que nos molesta en el plato, cambiamos de canal y la empatía se diluye por el desagüe de la más absoluta indiferencia.
Ahora la guerra llama a las puertas de una Europa que se ha blindado emocional y territorialmente , frente a los horrores y las migraciones forzosas que padecen otros pueblos. 
-!Toc, toc!- Soy Putin, el mismo que lleva un par de décadas practicando mis cosas de psicópata con  patente de corso y al que se veía venir desde San Petersburgo. Y, por si os ponéis farrucos, os recuerdo que tengo el dedo acariciando el botón nuclear como si fuera un minino.
Pues sí, la guerra de los demás, es ahora la de Ucrania y mañana podrá ser la de cualquiera. ¡ Por fin nos damos cuenta!
 Porque los que manejan los hilos del planeta no van a sufrir las consecuencias de sus megalomanías o directamente de su afición a quedarse con lo ajeno (Que es en definitiva el orígen y objetivo final de todas las guerras, habidas y por haber, robar al prójimo).  Detrás de todas, les pongan la etiqueta que les pongan, está el podrido dinero.
No hay guerra sin armas y, curiosamente, los cinco países mayores productores de armas son los mismos que tienen derecho a veto en las Naciones Unidas. Su negocio está manchado con la sangre de millones de inocentes pero les sobra plata para pagar lavanderías.
Decía Bertolt Brecht, haciendo referencia a otra salvaje contienda , que no era la primera. Que hubo antes otras guerras y que, al final de todas, entre los vencidos, el pueblo llano pasaba hambre. Pero entre los vencedores, el pueblo llano la pasaba también.
Con la invasión de Putin, el pueblo ucraniano ya está padeciendo en propia carne el infierno que ha desatado ese monstruo. Pero no serán los únicos.
Las sanciones económicas no despeinarán a Vladimir. Será el pueblo ruso, aunque denoste al sátrapa que lo gobierna, quién pasará las de Caín.
A los oligarcas tampoco les afectará el tsunami. Ya han puesto a salvo su botín. Y si alguien piensa que con estas medidas se puede desestabilizar al gobierno moscovita provocando agitación entre la ciudadanía es que ha olvidado quién es Vladmir Putin. Ex-jefe de la KGB, asesino y represor. ¿Creen que les conmoverá la miseria de su pobre gente?  Recuerden el asalto al teatro de Moscú donde, con la justificación de acabar con los terroristas chechenos, no le tembló el pulso en gasear el interior del recinto acabando con la vida de los terroristas y de más de noventa rehenes. O el hundimiento del submarino Kursk, cuyos 118 tripulantes resultaron muertos por la prepotencia de un presidente que se negó a recibir la ayuda internacional para rescatar a sus camaradas.
Me han llegado noticias de que entre los que huían de los bombardeos había estudiantes africanos. Los propios ucranianos no les dejaban acceder a los trenes con la consigna de: ¡Los blancos vamos primero! Más miserias.
Estos son los otros horrores de la guerra. Las bombas, el hambre y el miedo insuperable por un lado. Por el otro, la razón desaparece y engendra monstruos. Víctimas que devoran a otras víctimas mientras los gerifaltes nos convierten a todos en las genuinas víctimas colaterales de su ambición desmedida.
Solo somos peones desechables en un maldito tablero de ajedrez en el que no existen reglas. Como es sabido, los de siempre saldremos tarifando.
Y si no hay suerte, puede que la amenaza nuclear se materialice y acabemos con el planeta y todo bicho viviente antes de lo previsto con el cambio climático. Seguro que los Putin e hijos de Putin de toda la orbe buscarán la manera de sobrevivir al holocausto. Son como cucarachas kafkianas. Mutarán y dominarán a otros insectos obreros a los que mandarán devorarse unos a otros cuando se les tuerza el morro. Es su carácter.
¿Entienden que me decante por imaginar que vivo en una realidad alternativa? Porque si esto es lo que hay, me preparo un chupito

     DdA, XVIII/5098     

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