domingo, 27 de febrero de 2022

UNA LEALTAD EN GÉNOVA 13

 


Félix Población

No se destacó lo suficiente, ni siquiera lo necesario, pero creo que se me brinda una ocasión para tener en cuenta la actitud de un periodista que un día se pasó a la política, dejando atrás una actividad profesional trazada en una línea de pensamiento conservadora, para integrarse en el equipo de Pablo Casado y ser vicesecretario de Comunicación de su partido.

Me estoy refiriendo, claro está, a Pablo Montesinos, con el que no coincido para nada ideológicamente y del que me separa también un desempeño profesional que respeto pero no comparto: el que se realiza desde las filas de un partido político. Es más, lamenté en su día su adscripción al Partido Popular como me habría ocurrido con cualquier otro colega competente que hubiera sido fichado por cualquier otra formación.

Dicho esto, le participio a Montesinos mi parabién por su comportamiento ante la burda y traidora defenestración de Pablo Casado, cuya trayectoria política ha sido para mí más que censurable a lo largo de la actual legislatura, con descalificaciones al presidente del Gobierno y a su ejecutivo totalmente improcedentes en el líder del principal partido de la oposición.

No ha sido Casado un político que me merezca, por sus alocuciones en el Congreso o por la propia y torpe estrategia seguida por su partido en estos dos años facilitando la crecida de la extrema derecha, la consideración que hubiese deseado en medio, sobre todo, de una pandemia como la sufrida por nuestro país durante casi todo lo que llevamos de legislatura.

Sin embargo, Pablo Montesinos ha mantenido hasta el final su fidelidad a Casado, en contra del proceder de sus más próximos colaboradores, tan bochornoso que quizá denote la corrompida salud de un partido cuyo saneamiento se me antoja complicado. Cuando se le ha preguntado al periodista el porqué de su lealtad a Casado, Montesinos se reafirmó varias veces en una misma réplica: se trata de una buena persona que cumple con su palabra.

Nadie le repreguntó al todavía vicesecretario de Comunicación del Partido Popular por qué siendo su jefe tal como lo describe, ha sido víctima de tan masiva como felona arremetida por parte de los suyos.  Conviene, frente a esto último -por no amargarnos más con la política al uso-, resaltar la encomiable actitud de quien brilló por su lealtad en medio de tanta perfidia como la que se desató contra quien se atrevió a denunciar un caso de presunta corrupción en un partido bien cargado de esa lacra.

La caída de Casado, como ha dicho Enrique del Teso, ha mostrado groseramente un espectáculo indigno de deslealtades que solo formaban redes clientelares: “No hubo principios que refrenaran una destitución decretada desde unos cuantos medios y tres mil hinchas ruidosos. Hubo ansiedad y nerviosismo para saber cuál era la cola buena en la que había que ponerse para seguir en la pomada”. Me parece justo resaltar la dignidad de quien mantuvo su lealtad a toda costa en medio de tanta mezquindad múltiple, encabezada por quien liderará el Partido Popular sin necesidad de primarias.

Con lo pasado y lo que viene, ¿qué creen que pasará con la presunta corrupción de Ayuso? La respuesta es obvia.

           DdA, XVIII/5096         

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