Lazarillo
Los obispos españoles reconocen estar "dispuestos a ayudar"
para resolver la polémica en torno a la resignificación del Valle de los
Caídos. En una rueda de prensa tras el encuentro de la cúpula de Conferencia
Episcopal española con el Papa Francisco –"que está enterado de
todo"–, tanto su presidente, el cardenal Omella, como el vicepresidente,
Carlos Osoro, se mostraron abiertos al diálogo para alcanzar un acuerdo con el
Gobierno en lo tocante a la ley de Memoria Democrática. Es posible que
hasta encontremos en España a no pocos que estimen generosa esa predisposición -posiblemente a costa de prolongar el privilegio del IBI y demás-, después de más de cuarenta años de democracia, con casi todos ellos con el dictador bajo la cruz de Cristo. Mi estimado Pedro Fausto Canales
Bermejo sí que es generoso en bondad con este comentario, después de haber luchado tanto porque los restos mortales de su padre, asesinado por las tropas sublevadas y enterrado en el Valle de Cuelgamuros, reposen en la tierra de su pueblo abulense, de donde fueron robados:
“Haremos todo lo posible
apoyando al Gobierno de coalición de España como familiares de víctimas de la
represión franquista cuyos restos están en el Valle, para desatascar las obras
cautelarmente paralizadas por una jueza a instancias de recursos obstruccionista
de la extrema derecha.
Esperamos que esta paralización
judicial se resuelva cuanto antes para proseguir los trabajos, siguiendo el
proyecto arquitectónico y forense avalado técnicamente por las más altas
autoridades científicas con el fin de recuperar los restos de nuestros seres
queridos, depositados allí con nocturnidad y alevosía sin nuestro
consentimiento.
Aplaudimos que después de esta
reunión con el Papa Francisco, las autoridades eclesiásticas españolas apoyen
el Proyecto de Ley de Memoria Democrática que incluye entre otras muchas
medidas, en línea con los valores universales de Verdad, Justicia y Reparación
en favor de las víctimas de la represion franquista, la supresión de la actual
Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos con las consecuencias
favorables para que la democracia pueda al fin entrar en el Valle después de
más de 85 años de ser el símbolo máximo del franquismo.
DdA, XVIII/5095
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