martes, 22 de febrero de 2022

LA CARCAJADA DE FERNANDO MARÍAS



Félix Maraña

Había expresado en la red una opinión sobre la vida y milagros de Gabriel Celaya. Amablemente, le apunté que la verdad instalada sobre la vida y pasión del poeta era mentira, pero los periódicos se empeñaron en instalar un relato de morbo e incuria. A nuestro escritor le chocó mi rotunda afirmación y me escribió un mensaje: "Eso dijeron los periódicos". Entonces, intentó hablar conmigo, pero me llamaba a un móvil prehistórico. Dejó encargo en el periódico. Llamé de inmediato. Hablamos largo, tendido y distendido. Me pidió que escribiera, que contase la verdadera historia del poeta. Prometido.
Pero a él le interesaba aún más la historia de la relación de Celaya con el licor y los licores. Un alcohólico que asume su alcoholismo está salvado. Escríbelo, me ordenó cariñosamente.
Le conté que Celaya mojaba las galletas en el vino, las empapaba. En ese momento, nuestro amigo escritor prorrumpió en una carcajada que ahora recuerdo. A nuestro amigo escritor le recordaba su vida. Él también mojaba las galletas en los alcoholes.
Ese era Marías.
- ¿Quién, Javier?
- No, Fernando.
- ¿Fernando Marías Franco?
- No: Fernando Marías Amondo.
Un abrazo para todos y todas cuantos quisimos y recordaremos a Fernando Marías.

Fernando Marías visita por última vez la bahía donostiarra de la Concha
Pudo esperar tu muerte a primavera,
pudo venir más tarde sin la prisa,
pero viene una vez y nunca avisa,
se impone impertinente, vil, severa.
Viene cuando le place y nadie espera
una muerte tan joven, imprecisa,
un instante fatal, herida incisa,
una muerte total, feroz y fiera.
No verás florecer los tamarindos
-las tardes no serán como eran antes-,
arbustos de la Plaza de Cervantes,
que el mismo Hemingway tachó de lindos,
mas pondremos tu nombre a nueva pulpa,
que la muerte con nadie se disculpa.

DdA, XVIII/5091

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