martes, 8 de febrero de 2022

EL ESCLAVO CRUCIFICADO DE CAMBRIDGESHIRE


David M. Rivas

Aparece en el condado de Cambridgeshire, en Inglaterra, el esqueleto de un hombre crucificado por los romanos hace casi 2000 años. Con un clavo en el talón, los arqueólogos consideran que se trata de la evidencia más importante de ese tipo de ejecución. La crucifixión, establecida para rebeldes y, en general, enemigos del imperio, fue practicada por los romanos durante más de doscientos años, siendo una condena a una muerte infame, larga y dolorísima. Pero lo llamativo es que no hay prácticamente rastros de la misma, tal vez porque los reos eran atados mayoritariamente, no clavados, con lo que los restos del suplicio no resistieron el paso del tiempo. Además, los ejecutados eran arrojados a fosas comunes, mezclándose todos los huesos, ya que nadie en su sano juicio pedía el cadáver, porque se hacía sospechoso a ojos de la ley. Sólo había hasta ahora tres descubrimientos en el mundo y éste, el cuarto, es el primero de la Europa del norte. Se trata de un varón, esclavo sin duda a la vista del desgaste de sus espinillas, prueba de que vivía encadenado. Pero hay una cosa que me llama mucho la atención: un esclavo crucificado fue recogido por la gente de su pueblo y enterrado ritualísticamente junto a otros vecinos muertos antes y no por ajusticiamiento. Aquellos britanos desafiaron al poder para dar el adiós a uno de los suyos. Tal vez esto no sea muy importante para los arquéologos, pero sí para mí y, quiero creer, que para la humanidad. 

   DdA, XVIII/5077   


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