Marcelo Noboa Fiallo
Da Espanha
nao pode esperar um bom vento ou um bom casamento”, dice un refrán portugués,
escaldados como quedaron de la anexión de Felipe II en 1580, durante 18 años y
por el ninguneo secular hacia su cultura y vecindad.
La España democrática siempre miró más allá de los Pirineos y dio la espalda a su vecino, pero pagó caro su desdén porque Europa, por su parte, también miraba con desdén a España, hasta que ambas naciones pudieron entrar en la U.E., pero España seguía ninguneando a su vecina lusitana a pesar de que sus números, su protección social, su emprendimiento, su “fair play” en la política empezaba a dejar atrás la leyenda negra que le perseguía.
Con la llegada de la pandemia dieron una lección a Europa y al mundo. La rápida reacción de las autoridades portuguesas impidió que sus ciudadanos sufrieran las macabras consecuencias de Italia y media Europa durante la primera ola. Con tan con sólo 112 casos y ningún fallecimiento optaron por decretar el estado de alerta, procediendo al cierre de colegios, universidades, bares, restaurantes y actividades culturales. Sólo tres días después procedieron a decretar el “estado de calamidade” (emergencia), el confinamiento definitivo de la ciudadanía y la limitación drástica del tráfico en la frontera con España. Más aún, El Gobierno de Antonio Costa, fue el único de toda Europa que procedió a proteger a los inmigrantes, legalizando a los que, estúpidamente calificamos como “sin papeles”
1 El pasado domingo, Portugal celebró elecciones anticipadas (a mitad de legislatura). Elecciones que nadie quería (¡!) entre otras razones porque gozaba de estabilidad parlamentaria y porque la prioridad seguía siendo el combate contra el virus. La bomba estalló cuando el “Bloco” (equivalente a Podemos en España) y el Partido Comunista Portugués decidieron no aprobar los presupuestos presentados al Parlamento (previamente negociados con sus socios parlamentarios); con lo cual se rompía el pacto parlamentario PSP/Bloco/PCP, conocido como la “geringonça” y las elecciones anticipadas se hacían inevitables.
2. La maniobra de Bloco y PCP se asentaba en una falsa premisa. El supuesto desgaste de su Primer Ministro, António Costa, les beneficiaría en unas elecciones anticipadas. Algunas encuestas así lo confirmaban, pero también otras apuntaban a un crecimiento de la derecha que conseguía un empate técnico. Finalmente, el Bloco ha cosechado sus peores resultados, de 19 diputados ha pasado a 5 y ha dejado su puesto de tercera fuerza política en el Parlamento a la extrema derecha, “Chega”
3 Todas las encuestas han cosechado un rotundo fracaso o si prefieren, una vez más, el voto ciudadano es quien ha puesto en su lugar a los sesudos estudios demoscópicos, a los “apéndices de brujos” de la política y a los que confunden sus deseos con las necesidades y proyectos de los ciudadanos. A los que han olvidado de dónde partía Portugal y lo que ha logrado en estos últimos años. Portugal ha dejado de ser la cenicienta de Europa y en determinados parámetros va por delante de su otrora “vecina madrastra” (el paro es del 6,5%, mientras España todavía estamos en el 13%)
4 El partido socialista de António Costa ha cosechado un inesperado triunfo. Su mayoría absoluta, 41,6 % (117 diputados) le permitirá gobernar en solitario y a sus aliados en la “gerngonÇa”, el Bloco y el Partido Comunista Portugués, competir con la derecha en ejercer su obligada oposición parlamentaria. Supongo que el champangne (o viño verde) que ha corrido por todas las sedes del partido socialista portugués se lo tienen bien merecido, pero para un viejo militante de la izquierda, como es mi caso, es motivo de preocupación. No sólo porque no me gustan las mayorías absolutas sino porque los partidos socialistas en el gobierno necesitan de una fuerza a su izquierda que les recuerde constantemente cual es la prioridad en esta eterna lucha contra las desigualdades sociales. Sobran los ejemplos y el propio Costa, parece que lo tiene presente cuando ha señalado que, “Una mayoría absoluta no es poder absoluto, no es gobernar solos, es una responsabilidad para gobernar para todos los portugueses”
5 Portugal tampoco ha podido escapar esta vez a la presencia de la extrema derecha. Era el único territorio de la UE, que había resistido a la perturbante presencia en sus instituciones de personajes e ideología que recuerdan los peores episodios del siglo XX, “Chega”, ha cosechado un 7,15% de los votos y 12 diputados, convirtiéndose en el tercer partido de Portugal y desplazando al “Bloco” a la quinta posición.
6 No sé si nuestro querido premio nobel de literatura José Saramago seguiría pensando hoy en su anhelada Unión Ibérica, pero lo que si estoy seguro es que su compañero nobel, Vargas llosa, insistirá en que una vez más, otro pueblo a votado mal, el portugués.
PD. Por
cierto, ya va siendo hora de que la Internacional Socialista, denuncie la
apropiación que la derecha portuguesa hace de la denominación “socialdemócrata”
porque incita a la confusión. Los partidos socialistas y socialdemócratas
forman parte de una misma “familia política”. El mal llamados partido
socialdemócrata portugués pertenece a la “familia política” del PP europeo.
DdA, XVIII/5072
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