Félix Población
Habrá entre los mayores en edad
y oficio quienes recuerden, allá por los años finales de los setenta y primeros
ochenta, los titulares de la prensa ultra, representada sobre todo en aquella
época por el diario El Alcázar, que
había sido adquirido el año en que murió el dictador por la Confederación
Nacional de Hermandades de Excombatientes, dispuesta a pelear por el pasado del
que se honraba.
Otro de los periódicos que
rivalizaban en reencarnar lo que
entonces se conocía por el Bunker era El
Imparcial, cuya histórica cabecera (1867-1933) pasó en los tiempos
digitales a ser recuperada por Luis María Anson con mayor dignidad y
profesionalidad de la que no tuvo en el posfranquismo.
Si el curioso lector tiene
ánimo y ganas para ello, consultando para ello la hemeroteca, comprobará que
aquellos dos medios era una especie de ínsulas de la extrema derecha en una
época en la que el resto de los periódicos que se publicaba en Madrid mantenía
un compromiso mayor o menor con la joven e inestable democracia que en febrero
de 1981 sufrió un intento de golpe de estado, gestado y hasta anunciado
precisamente por el colectivo Almendros en el diario de la Hermandad de
Excombatientes bajo ese seudónimo.
Posiblemente nadie o muy pocos
aventurarían en esos años que,
transcurridos cuarenta, el estilo editorial de aquellos dos periódicos tendría
sus continuadores hoy en la prensa, la radio y algunos canales de televisión. Al filólogo Manuel Levín, que de modo tan
sobrio, crítico y elocuente pone cada día los titulares de nuestra actualidad en
el banquillo dentro de la sección habilitada en La Base, le recomendaría un estudio histórico comparado entre lo
que se publica actualmente en la prensa y emisoras afines a la derecha y
ultraderecha y los titulares de aquella prensa del Bunker, desaparecida entonces
por no tener futuro y empeñarse en revocar el pasado. Aquello al lado de lo
ahora, con la epidemia del bulo a todo trote, puede parecer hasta pecatta
minuta.
Cuando lo razonable sería haber
avanzado y profundizado en la democracia después de cuatro décadas, como debe
ocurrir cuando se educan y defienden sus
valores por encima de todo, la vieja, rancia y retrógrada política y su
periodismo servil no solo siguen teniendo cancha de juego, sino que ese espacio
no deja de crecer desde que la ultraderecha se sentó con medio centenar de
diputados en el Congreso, haciendo resurgir lo peor de la derecha patria.
*LÚHNOTICIAS DdA, XVIII/5075
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