viernes, 14 de enero de 2022

PATÉTICA MEDIOCRIDAD DE BUENA PARTE DE NUESTRA CLASE POLÍTICA


Cabría la posibilidad, habida cuenta la grosera entidad del bulo levantado contra el ministro Garzón a partir de sus declaraciones al diario The Guardian, que el bulo se volviera en contra tanto de quienes se sirvieron del mismo en la derecha como de quienes no lo calificaron como tal en el Partido Socialista, con los vergonzosos casos de los presidentes de las comunidades autónomas de Aragón y Castilla-La Mancha. Torpe y medroso estuvo también el candidato del PSOE a la presidencia de Castilla y León, señor Tudanca. Este Lazarillo diría que la ha cagado, pero falta saber la repercusión de los efectos del bulo en un electorado que lleva más de treinta años dejando el gobierno autonómico en manos de la derecha.

Fulgencio Argüelles

La polémica (tal vez sólo una pantomima o la maldita peste de la confrontación) surgida a propósito de las granjas es una muestra más (son ya demasiadas) de la patética mediocridad de gran parte de nuestra clase política y de su incapacidad para dotar de dignidad al noble ejercicio de la función pública. ¿Alguien cree realmente que la carne que procede de las pequeñas ganaderías es de igual calidad que aquella que se produce en las grandes explotaciones? ¿Alguien piensa que estas mastodónticas empresas benefician a las cercanas ganaderías de toda la vida? Estas granjas son detestadas por las poblaciones cercanas porque atentan contra la calidad de sus entornos y destruyen las empresas familiares. La polémica es ficticia, porque existe el propósito manifestado y escrito de las políticas nacionales y europeas de atajar este problema, de limitar la expansión y el tamaño de estas empresas y de exigir más controles de calidad y un mejor tratamiento de los animales. En todo caso, la calidad nunca será la misma que la obtenida de las pequeñas explotaciones tradicionales. Los políticos tristes y cansinos de la oportunidad andan ahora fotografiándose junto a vacas, cerdos y ovejas en un gesto más de populismo rancio y erigiéndose en defensores de no se sabe qué políticas ganaderas. Poco hablan del problema de los precios en origen y de la iniquidad de los intermediarios. Ni siquiera saben lo que defienden, sólo se visten las relucientes botas de goma y lanzan la caña de la ignominia para pescar en el río de la confusión, de la superficialidad y de la hipocresía, con la colaboración necesaria (y tal vez consciente) de unos medios de comunicación cansinos, repetitivos, sensacionalistas y con la inspiración funestamente agotada. Basta revisar las hemerotecas para comprobar que todos los que ahora se rasgan las vestiduras sobre el celestial aroma de los purines (desde conservadores rancios y populistas sin escrúpulos hasta progresistas extraviados y socialistas de pacotilla) han estado alguna vez a favor o en contra de estas grandes explotaciones, y lo han estado (a favor o en contra) no en función de una determinada manera de planificar las políticas agrarias, comerciales o del medio ambiente (todas respetables si son sinceras y transparentes) sino arrastrados por los vientos de la maldita oportunidad. ¡Que los dioses del azar nos libren de estos torpes y ridículos embajadores de la iniquidad!

DdA, XVIII/5066

No hay comentarios:

Publicar un comentario