miércoles, 12 de enero de 2022

GARZÓN Y LOS PECADOS DE LA CARNE



Ana Cuevas

La  polémica sobre las declaraciones del ministro Garzón son una pincelada más del negacionismo oportunista que rampa a diestra y siniestra.
Lo que el bueno de Alberto dijo, tergiversado y mal traducido, no se lo sacó de la manga con la aviesa intención de perjudicar a la industria cárnica patria. Es un discurso que apoya el resto de Europa avalado por la ciencia. Garzón se refirió a las macrogranjas en contraposición a las bondades de la ganadería extensiva. Y argumentos no le faltan. Estas "factorías" animales generan una ingente cantidad de residuos que se filtran al suelo y producen que el agua del entorno pierda oxígeno y modifique el ecosistema de los ríos. Ese es el motivo de que muchas localidades protesten contra la implantación en sus municipios. 
Por otro lado, las normativas sobre bienestar animal no se cumplen en estos complejos. Quienes han puesto el grito en el cielo deberían darse una vuelta por esos "museos del horror" y comprobar las condiciones de masificación y maltrato que sufren estas nobles bestias antes de pasar a nuestro plato. 
¿Sabían que les cortan el pico a las gallinas y el rabo a los cerdos para que no se agredan o automutilen en sus minúsculos recintos?
Si el trato vejatorio y mercantil sobre estas criaturas no les produce un ápice de empatía, piensen en el chuletón que se van a zampar hoy. Existe una alta probabilidad de que provenga de una macrogranja. ¿Y saben una cosa? La mitad de los antibióticos que se producen en el mundo las consumen las macrogranjas. Ese antibiótico entra en nuestro organismo y provoca resistencia a las bacterias. Algunos científicos ya prevén que muchas infecciones no se podrán curar y acabarán en muertes.


 Aunque ni la evidencia de la insostenibilidad medioambiental ni el criterio científico debe ser óbice ni cortapisa para que los "macrotontos" nacionales abran la veda de Alberto Garzón en nombre de la defensa de la ganadería de esta España grande y libre. No importa si se mezclan churras y merinas. Al tonto, al mismo tonto que desde las asociaciones ganaderas y agrícolas se manifestaba hace cuatro días contra las macrogranjas, solo necesita que le toquen las palmas para que baile al son de los negacionistas.
El gobierno socialista ha renegado de Garzón, a chuletazo limpio. Solo le ha faltado decir aquello de: "Ese señor del que usted  me habla..."
Mientras tanto, la oposición se pasea por bucólicas granjas de ganadería extensiva intentando hacer creer al respetable que cualquier animalito que llega a sus estómagos ha vivido en una fantasía de Walt Disney. ¿Por qué no hacen lo propio mostrando la realidad de estos campos de exterminio animal llamados macrogranjas? No he visto a Lambán o García Paje retozando como Heidi con los cochinillos. Entre otras cosas, porque malviven en cubículos donde no se pueden ni dar la vuelta, mucho menos retozar con nuestros aguerridos dirigentes.
Existe una ganadería de gran calidad en nuestro país. Pero esos mismos ganaderos denuncian que gran parte de su producción se va para afuera y que aquí nos comemos...pues eso, la carne torturada, hormonada y con antibióticos que proporcionan estas potentes industrias.
El melón está abierto. Podemos acusar de mal patriota al ministro y pedir su cabeza en una pica siguiendo el son que marcan los negacionistas.
O abordar con madurez el debate y mejorar el sector agrario y ganadero con criterios de calidad y responsabilidad.
Pero en Carpetovetonia, ¿adivinan qué se escogerá? Aquí somos más de horcas y palos. Nos azuzan cuatro señoritos pisaverdes como en una montería y reaccionamos buscando el cuello de la garza (en este caso Garzón) para hincarle las mandíbulas. 
Saben que gracias a los "macrotontos" llevan décadas haciendo de su capa un sayo  porque están dispuestos a tragarse toda la manipulación que les sale del moño. ¿Como no nos vamos a tragar, sin rechistar, la mierda de las macrogranjas? 
De lo que se come se cría. Ya lo aviso.

     DdA, XVIII/5064     

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