domingo, 23 de enero de 2022

ELZA SOARES, QUE ME QUISO SACAR LOS OJOS


Valentín Martín

No soy yo muy dado a los obituarios. Necrológicas, les llamaban antes. En cada periódico había un especialista en necrológicas, que solía ser una mujer. La especialista en necrológicas escribía también la agenda, que en aquellos tiempos era muy cortita, porque sólo los maestros nacionales tenían el vicio de escribir, pero esos no contaban.
Había sólo un redactor jefe, no como ahora que hay media docena. El redactor jefe era hombre, no sabía escribir, pero leía como un lince para que no se le escapase algún titular como " chocan dos trenes en pleno vuelo", o así. Por entonces estaba mal visto que un periodista se levantase antes de comer. Salvo para el redactor jefe que por las mañanas estaba en el ayuntamiento, qué capacidad de trabajo, dios bendito.
Cuando se moría alguien importate y el teletipo llegaba a su mesa, el redactor jefe se asomaba a la puerta de su cubil y gritaba:
-¡ Manoli, prepárate, que se ha muerto Lope de Vega!
Y Manoli:
-¿ Y ese quién es?
Y el redactor jefe:
- ¡Y yo que sé, vete al archivo a ver qué encuentras!
Y Manoli bajaba al archivo, subía con una o dos carpetas, y escribía una necrológica que era una maravilla literaria.
Digo esto porque acabo de ver que se ha muerto Elza Soares, brasileña, tigresa, y mujer de armas tomar.
A Elza Soares se le morían los hijos.
A mí quiso sacarme los ojos.
Ocurrió cuando fui a hablar mucho con Garrincha, la alegría del pueblo, un poliomielítico que quizás fue el mejor futbolista de la historia. Nadie regateó nunca como él. En el Mundial de Chile, cuando le tocó enfrentarse a España, Helenio Herrera le explicaba a Gracia, el defensa que le tenía que cubrir:
- Mira, Sidgrido, él te va a amagar varias veces pero siempre se va por la derecha.
Y Sidgrido Gracia:
- ¿Pero cúando?
Y Helenio Herrera:
-¿ Cuándo qué?
Y Sidgrido:
- Que cuando se va.
Y Helenio Herrera:
- Hombre, Sidgrido, pon algo de tu parte que yo no lo sé todo.
Yo estaba hablando largo y tendido con Garrincha que, cuando me esperaba para la biografía, bebía poco. Elza Soares siempre al acecho y escuchando lo que decía su marido Mané.
La cosa estalló cuando yo le pregunté a Garrincha si sabía cuántas mujeres había tenido. Porque yo sabía que hijos, más de 14. A ver, que una biografía es una biografía y debe tener su parte humana. Pues Elza Soares no lo entendía, se abalanzó sobre mí y me echó de la habitación.
No puedo creer que aquella mujer tuviera 91 años ayer mismo.
Prefiero volver al instante en el que quiso matarme en un hotel italiano, cuando era la samba y la lujuria furiosa de todo Brasil.

DdA, XVIII/5072


No hay comentarios:

Publicar un comentario