domingo, 23 de enero de 2022

LA PRIMERA MUJER EN VESPA



Félix Población

Forma parte de uno de esos viejos recuerdos que quedaron borrosamente grabados en la memoria por el carácter absolutamente excepcional de la imagen. Lo curioso es que la fotografía de Constantino Suárez, celoso cronista de la intrahistoria gijonesa de buena parte del siglo XX, coincide en su localización con el lugar en el que yo recuerdo haber visto a la mujer que de modo tan ligero y desenvuelto conduce una vespa por la zona que entonces se llamaba de Casablanca, más allá del río Piles.

Una mujer en moto por el Gijón de 1957, año en que está fechada la imagen, hubo de llamar por fuerza la atención del fotógrafo, del mismo modo que la del niño de pocos años que yo era, para quien la señora más próxima subida en una moto era mi tía María Luisa cuando iba de paquete en la Sanglas de su marido Ángel, que tenía su taller de fontanería en un bajo de la calle Cabrales, debajo de un colegio con palmeras que se llamaba Blancanieves y cuyos jardines olían a moho y a gato. 

Es de lamentar que la instantánea de Suárez no nos sirva para identificar a su protagonista, pero al ver la fotografía recordé que en 2009 el Club Vespa de Llanes rindió un homenaje a una señora nonagenaria, vecina de Posada, por haber sido la primera mujer de la comarca en adquirir esa exitosa moto italiana, cuya popularidad hizo posible un film de 1953 titulado Vacaciones en Roma,  con Audrey Hepburn y Gregory Peck, después de que el director de la fábrica de motos convenciera al cineasta William Wylers para que utilizara ese vehículo en la película. 


Fue justamente en ese año cuando el padre de María Teresa Llaca Álvarez le compró la moto a su hija, de profesión maestra, para que pudiera desplazarse a las escuelas de los pueblos en los que trabajaba. Según esta mujer, su vespa le permitió viajar por Asturias, citando entre las localidades más visitadas Ribadesella, Llanes y Gijón, por lo que podría darse el caso, por la edad de la conductora en 1957, de que la vespista de la fotografía fuera la propia María Teresa. El diario El Comercio publicaba hace casi doce años que la ya anciana vespista había nacido en la ciudad mexicana de Tampico, viajó a los cinco años a España y ya nunca más regresó a su país natal. En el nuestro se dedicó a la enseñanza durante cuarenta años, veinte de los cuales transcurrieron en Posada. 

Sea o no sea María Teresa la motorista de la fotografía de Constantino Suárez, es sin duda adaptable a esta lo que la primera decía de sí misma al recordar aquellos distantes años, cuando la mujer estaba bajo la entera dependencia del varón, ya fuera el padre o el marido, tal como aconsejaban las prédicas de la Sección Femenina de doña Pilar Primo de Rivera y el credo nacional-católico vigente: María Teresa era una mujer rompedora, auténtica pionera en la conducción a motor con dos ruedas y en vestir pantalones. Parecerá hoy una insignificancia, pero por ahí empezó todo para sacudirse de la pacata y represora mugre impuesta por el régimen y muchos siglos atrás de sometimiento.

Es una pena que Suárez no haya captado con su cámara la placa de la moto. Si llevara el número 19.044, matrícula de Bilbao, sabríamos que la conductora es la misma maestra llanisca a la que posiblemente deba mi temprana atracción por las vespas. De hecho, en cuanto pude ganar mi primer sueldo, tuve una inolvidable de color rojo con la que hice el románico palentino y la ruta de La Alcarria, siguiendo el libro viajero de Cela. Por entonces tenía mucho más entero el recuerdo y el impacto infantil que me causó la mujer que ilustra este artículo, rescatada del olvido por una fotografía de Constantino Suárez.

MiGIJON.COM  DdA, XVIII/5072

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