miércoles, 15 de diciembre de 2021

UNAMUNO EN LA CALLE COMPAÑÍA

 


Félix Población

Cuando Alejandro Amenábar rodó hace unos años Mientras dure la guerra, film en el que se cuentan a través de Miguel de Unamuno los primeros meses de la guerra de 1936 en Salamanca, siempre pensé que uno de los encuadres para culminar el film, antes del extraño fallecimiento del escritor vasco, sería similar al que ha tomado mi estimado Victorino García Calderón un día de diciembre en la calle Compañía, muy cerca de donde murió don Miguel, arrestado en su domicilio por Franco a raíz de su intervención en el paraninfo de la Universidad. Pudo haber sido también un día de niebla y frío el que despidió a Unamuno aquella tarde del 31 de diciembre de 1936. Pero Amenábar prefirió eludir el final de don Miguel en su película, algo que, según mi criterio, la malogra de modo determinante. La fotografía de Victorino corresponde casi con toda seguridad a los presentimientos que avizoraba el autor de Vida de don Quijote y Sancho para el porvenir de España, una vez finalizada la guerra. En el fondo de esa calle en niebla están las palabras del rector vasco, dirigidas al general felón Millán Astray aquel 12 de octubre de 1936: "Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco. Pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Yo mismo lo he hecho otras veces. Pero ésta, la nuestra, es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición)". Cada vez que admiro esta fotografía de mi estimado amigo, se me viene a la memoria la histórica alocución de don Miguel, cuya versión he podido leer estos días gracias al texto escrito por Luis Portillo, El último discurso de don Miguel de Unamuno, que forma parte del aconsejable libro de este autor exiliado en Inglaterra desde 1939 Fragmentos de un mosaico roto, recientemente editado por Renacimiento.

     DdA, XVII/5038     

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