jueves, 9 de diciembre de 2021

LORCA QUISO REPRESENTAR "LA TIERRA DE ALVARGONZÁLEZ", DE MACHADO, CON LA BARRACA

 


Ultima entrevista con don Antonio: “El motivo que me ha hecho, a mis años, pasar de espectador de la política a actor apasionado ha sido la invasión de mi patria. ¡España, España, a punto de ser convertida en una colonia italiana o alemana…!”

Félix Población

Leímos hace unos meses que el Ayuntamiento de Barcelona que preside Ada Colau firmó un acuerdo con el diario La Vanguardia para editar y difundir una publicación monográfica con los artículos que Antonio Machado escribió para el citado periódico durante su estancia en la ciudad, entre el mes de abril de 1938 y enero de 1939, antes de iniciar el camino del exilio. Desde el pasado año, Barcelona figura entre la Red de Ciudades Machadianas, una asociación de municipios que tiene por objeto la difusión de la vida y obra de don Antonio. La edición contará con textos complementarios como notas críticas, cronologías e informaciones contextuales. Fue también durante esa estancia del poeta cuando tuvo lugar la última entrevista que le hicieron, publicada un año después de su fallecimiento en Collioure (Francia).

El periódico España Democrática, editado en Montevideo, dedicó una página en su memoria, fechada el 28 de febrero de 1940. Lo encabeza un breve texto a modo introducción de lo que en ese medio se consideró “último reportaje hecho al gran poeta español”, según se lee en el titular. Sería, en este caso, la última entrevista publicada con don Antonio, sin que sepamos el nombre del periodista que la realizó. La Revista Machadiana que diligentemente publica Manuel Álvarez Machado, descendiente del poeta, es la que nos ha facilitado esta información. La interviú tuvo lugar en Barcelona, en la Torre Castañer, el palacete señorial situado en las proximidades de plaza de la Bonavona en el que residió el autor de Campos de Castilla durante su estancia en la ciudad, después de haber vivido en Valencia desde finales de 1936.


Según Álvarez Machado, la conversación pudo haber sido concertada en el mes de julio o agosto de 1938, o a mediados de agosto más concretamente, pues la presencia de unas “chicuelas alegres y revoltosas”, tal como se dice en el texto del anónimo periodista al final de la interviú, indica que fue antes de finales de este mes, ya que a finales de ese mes las sobrinas del poeta fueron enviadas a Moscú para que no estuvieran en la ciudad durante los bombardeos facciosos que sufriría Barcelona, y pudieran proseguir así sus estudios.

Estas sobrinas, anota Manuel, tenían entre 7, 9 y 14 años. Más tarde, durante los meses de otoño de ese mismo año, solo estaban en Barcelona, en la zona de Las Ramblas (Hotel España), las tres hijas de Francisco Machado Ruiz, entre las que se encontraba Leonor Machado, madre de Manuel Álvarez Machado, que contaba 14 años, además de sus hermanas de 19 y 17, a las que por edad no cabe calificar como “chicuelas alegres y revoltosas”.

Como sumarios al titular a toda página que hace referencia al “ultimo reportaje con el gran poeta Antonio Machado”, aparecen los que siguen: “Vivió junto a su pueblo. Luchó junto a él por la libertad. Evoca la pasión española. Recuerda su obra y su vida”. Es de hacer constar que en esa misma página de España Democrática  hay un recuadro en el que se recoge la noticia de la llegada “a nuestro puerto”, a bordo de un vapor francés, de la escritora María Teresa León y el poeta Rafael Alberti, que se supone coincide con los inicios de su largo exilio en Argentina y luego en Roma.  Ambos serán recibidos por la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) de Uruguay.

España Democrática se autodefinió en un principio como Órgano del Comité Nacional pro defensa de la República Democrática Española, para pasar después a ser Órgano del Comité Nacional de Ayuda al Pueblo Español. Entre sus colaboradores figuraban tanto Teresa León como Rafael Albert, además de José Bergamín, Pablo Neruda, Manuel Altolaguirre, Ramón J. Sender y José Machado (Dibujantes), entre otros.

En la introducción a la entrevista con don Antonio del periódico uruguayo se hace constar la obra recia y popular del poeta sevillano, “en la que seguirá encontrando su pueblo savia y energías para continuar buscando la España que deseaba el poeta, la España redimida de la dominación extranjera, de la esclavitud y de la ignorancia”. Se habla a continuación de la reproducción del “último reportaje que un periodista español le hiciera en los días postreros que vivió en Barcelona”. En la primera respuesta de Machado a su entrevistador, el poeta recuerda su niñez en el Palacio de la Dueñas de Sevilla, donde nació en 1875, su llegada a Madrid con siete años y sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, teniendo como condiscípulo a Julián Besteiro: “No es difícil, por tanto, deducir que mi formación había de ser liberal y republicana, que por otra parte había de coincidir con la historia política de mis antepasados, ya que mi abuelo y mi padre eran republicanos fervorosos”.


Antonio Machado camino del exilio en la casa Santa María, en Raset, aldea próxima a Cervià de Ter (Gerona), entre el 23 y 26 de enero de 1939, con José Machado (de pie, a la derecha), el doctor José María Sacristán, el catedrático de ciencias naturales Enrique Rioja y el filósofo Juan Roura Parella

Pasa después a referirse don Antonio a su relación de discípulo con los maestros de la Generación del 98, a sus primeras colaboraciones literarias en un periódico llamado Caricatura y a las que publico en el diario El País y Los lunes de El Imparcial. Habla también de su actividad como autor teatral a partir de 1924, sin aludir a las obras escritas con su hermano Manuel. Con relación a su poesía dice: “Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que vivo. La geografía, las tradiciones, las costumbres de las poblaciones por donde paso, me impresionan profundamente y dejan huella en mi espíritu. Allá, en el año 1907, fui destinado como catedrático a Soria. Soria es lugar rico en tradiciones poéticas. Allí nace el Duero, que tan importante papel juega en nuestra historia. Allí, entre San Esteban de Gormaz y Medinaceli, se produjo el monumento literario del poema del Cid. Por si ello fuera poco, guardo de allí el recuerdo de mi breve matrimonio con una mujer que adoré con pasión y que la muerte me arrebató al poco tiempo. Y “viví y sentí” aquel ambiente con toda intensidad. Subí a Urbión, al nacimiento del Duero. Hice excursiones a Salas, escenario de la trágica leyenda de los infantes. Y de allí nació mi poema de Alvargonzález”.

Del asunto poético en Castilla pasa don Antonio a referirse al que tiene por escenario su tierra natal. Dice que le viene, por un lado, por tradición familiar entre Sevilla y los Puertos. Por el otro, cuenta su cambio de residencia de Soria a Baeza, donde permaneció siete años: “Aquí, lo mismo que en Castilla antes, mi contacto íntimo con la masa popular – gustándome mi manía andariega y perderme en las serranías -, produjo esas composiciones a que se refiere. En Castilla empleé el romance, que buscaba el entronque con nuestros viejos poemas de gesta; en Andalucía fue el cantar, la composición breve, concisa, sentenciada de saber popular, que refleja el modo de ser de aquellas gentes…”.

No puede don Antonio en ese momento, al referirse a lo andaluz,  dejar de aludir a su amistad y admiración por Federico García Lorca: “Lo conocí hace ahora veintiún años [se refiere a la visita que Lorca hizo siendo estudiante, junto a un grupo de compañeros, a Baeza, adonde se había trasladado como profesor don Antonio]. Era entonces un chiquillo e iba de excursión entiendo, no en busca de temas poéticos, sino de motivos musicales populares, pues ya sabe usted que Lorca era un excelente músico. ¡Pobre Lorca! Muchos años después, implantada la República, supe que había hecho un ligero arreglo de mi Alvargonzález” para que lo representara el cuadro de “La Barraca”. ¿Qué habrá sido de ese texto, si es que Federico llegó a terminarlo?

El periodista se interesa también por Juan de Mairena, al que don Antonio califica de su “yo filosófico”, nacido en su época de mocedad: “A Juan de Mairena, modesto y sencillo, le placía dialogar conmigo a solas, en la recogida intimidad de mi gabinete de trabajo y comunicarme sus impresiones sobre todos los hechos. Aquellas impresiones, que yo iba recogiendo, constituían un breviario íntimo, no destinado en modo alguno a la publicidad, hasta que un día saltaron desde mi despacho a las columnas de un periódico. Y desde entonces, Juan de Mairena – que algunas veces guarda sus fervorosos recuerdos para su viejo profesor Abel Martín – se ha ido acostumbrando al público con sus impresiones sobre todos los temas. Se trata de un filósofo amable, un poco poeta y un poco escéptico, que tiene para todas las debilidades humanas una benévola sonrisa de comprensión y de indulgencia. Le gusta combatir el “snob” de las modas en todas las materias. Mira las cosas con un criterio librepensador, en la más alta acepción de la palabra, un poco influenciado por una época de fines del siglo pasado, lo cual no obsta para que ese juicio de hace veinte o treinta años pueda seguir siendo completamente actual dentro de otros tantos años”.

La entrevista no podía concluir sin que se le planteara al poeta la cuestión política, como no podía ser de otra forma en aquella circunstancias históricas, con España ya casi al final de la guerra, resaltando don Antonio  el mucho trabajo que tiene ahora, pues de ser un espectador de la política ha pasado a ser un actor apasionado: “El motivo que me ha hecho, a mis años, saltar a este plano, ha sido el de la invasión de mi patria. ¡España, mi España, a punto de ser convertida en una colonia italiana o alemana…! La sola posibilidad de hecho semejante hace vibrar todos mis nervios y conduce mi pluma sobre las cuartillas, despertando energías insospechadas y rebeldías que creí apagadas para siempre. A España no se nos domina. Mucho menos, por complacer a un puñado de traidores….”

Cuenta el desconocido entrevistador en ese punto que a la estancia llegó la madre del poeta, “una anciana y venerable dama que se desliza quedamente, en silencio, con la ingravidez de un pájaro”. El periodista alude también, en contraste con la llegada de doña Ana Ruiz, a la entrada en el mismo lugar de “unas chicuelas, alegres y revoltosas, que recuerdan al maestro que es la hora del yantar. Y la mano de Antonio Machado vuelve a tenderse hacia nosotros con nobleza, sencillez y cordialidad”.

*Artículo publicado también en elsaltodiario.com

     DdA, XVII/5033     

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