martes, 21 de diciembre de 2021

ÁNGELA DOROTEHA KASNER (ÁNGELA MERKEL)



Marcelo Noboa Fiallo

Ángela Dorothea Kasner (*), para los familiares, amigos cercanos y vecinos de Templin, “Angie” y en política Ángela Merkel, ya es historia. Más de 16 años ha estado al frente de su partido, la conservadora CDU, al frente del gobierno alemán y, de manera firme, condicionando y marcando los destinos de la UE del siglo XXI. Ha sido la figura política más relevante de la Europa del siglo XXI, para bien y para mal.

Llegó del Este. Del Este de Europa, del Este de Alemania y del Este de Berlín. Quien no conozca la evolución de lo que fue la Alemania Oriental, integrada en la República Federal Alemana, tras la caída del muro de Berlín, le resultara ajeno y distante la consideración que los berlineses occidentales tienen de los orientales y, por extensión, de las dos alemanias. No ha sido fácil, o mejor, no está siendo fácil (porque el proceso no ha terminado, 32 años después)

A Angie le nacieron en Hamburgo (RFA), pero al poco tiempo su padre (pastor luterano) recibió un “pastorado” en la iglesia de Quitzow en la Alemania comunista, razón por la cual toda la familia se trasladó a la ciudad de Templin. En dicha ciudad Angie, desarrolló toda su vida, educación y militancia política. Una vez producida la reunificación alemana y como diputada del “Bundestag”, sus compañeros se mofaban de ella por su acento berlinés oriental, “la chica de la zona, la oriental” (entre risas burlonas)

Fue toda una sorpresa y produjo una convulsión entre las filas de la CDU, su elección como presidenta del partido en el año 2.000, tras algunos años de vivir bajo la tutela del todopoderoso Canciller Helmut Kohl, quien la llamaba “mein Mädchen” (mi chica). Produjo convulsión en la CDU porque sus raíces luteranas chocaban frontalmente no sólo con la tradición católica de la CDU sino porque sus aliados del sur, su partido hermano, la Unión Social Cristiana /CSU) de Baviera es un partido de profundas creencias católicas, históricamente dominado por hombres. En medio de esa “selva”, Angie se abrió paso y se convirtió en la mujer más poderosa de Europa.

Gobernó en solitario y en coalición. Con coaliciones hacia el centro y hacia la izquierda. Con liberales y verdes. Con socialistas en la “grosse coalition” como es costumbre en las democracias consolidadas y complejas de Europa. Etapas y gobiernos nítidamente diferenciados en cuanto a consecuencias político/sociales. La gran “sombra” de su gestión fue la respuesta a la crisis financiera del 2008, capitaneada por su todopoderoso ministro de finanzas, el ultraliberal, Wolfgang Schäuble, El “capitán” de los “hombres de negro” encargados de vigilar a los “manirotos” y vagos ciudadanos del sur (España, Grecia y Portugal…y la parte que tocaba a Francia e Italia). Había que salvar a los bancos a costa de los ciudadanos. Se impuso el “austericidio” y millones de ciudadanos europeos e inmigrantes del Este y de Latinoamérica se quedaron en la calle (sin trabajo, sin vivienda…sin dignidad). Grecia fue quien más lo sufrió, todavía sigue allí, sin su areté.

La gran coalición, con los socialdemócratas, le obligó a cambiar el rumbo. Abrió las puertas a un millón cien mil inmigrantes y solicitantes de asilo, para sorpresa del resto de los 27 miembros de la UE incapaces de ponerse de acuerdo para volver hacer de Europa, tierra de acogida y refugio de los perseguidos de los totalitarismos y de la miseria.

La respuesta a la nueva crisis, derivada esta vez de la pandemia, tuvo otro color, no sólo por la presencia de los socialdemócratas en el gobierno, sino también por el convencimiento de la propia Canciller de que el “austericidio” fue un gravísimo error. No se podía volver a tropezar en la misma piedra. Se impuso la mutualización de la deuda, la activación de fondos europeos, como nunca se había hecho hasta ahora y una decidida voluntad por la inversión pública. Un “New Deal” europeo.

Pero quizás sea hora de poner en valor, justo ahora que crecen las extremas derechas en Europa, la decidida apuesta de Angie, por los valores democráticos. Su apuesta por cerrar el paso a las instituciones a los enemigos de la democracia ha sido contundente. Marcó su propia línea roja, aun a costa de la parte más derechista de la CDU/CSU. Ella, como nadie sabía lo que es perder la libertad y luchar por recuperarla. Lo que daríamos en España por tener una derecha como la alemana, por tener una Ángela Dorothea Kasner.

Dio un ejemplo al mundo, diferenciando entre las legítimas creencias personales y la responsabilidad pública de un dirigente democrático. Ella, persona de firmes creencias religiosas, contraria al matrimonio de personas del mismo sexo, metió en el armario de su casa sus principios y ejerció de Canciller de la República, permitiendo el debate en el “bundestag”, a petición de los socialdemócratas. Permitiendo el voto en conciencia de los suyos y luego acatando sus resoluciones, convertidas en Ley. Alemania se convertía así en el país número 24 en el mundo que aprobaba el Matrimonio Gay. Muchos dirigentes (especialmente de América Latina, deberían tomar nota)    

Sus últimos meses, como Canciller en funciones, luchando contra la maldita pandemia, con las armas torcidas en las que han devenido el otrora anhelo de libertad, convertido en libertinaje, arriando las banderas del ultranacionalismo y neofascismo de la mano de los antivacunas, ha dejado como herencia envenenada, a su pesar, al nuevo gobierno, un país infectado de dos virus: el covid-19 y el veneno de los antivacunas/extrema-derecha. En la sesión de despedida de la ya excanciller de Alemania, los diputados de la Cámara Baja puestos en pie ovacionaron a Angie, conservadores, liberales, verdes, socialdemócratas y hasta Die Link (la izquierda del SPD), menos la extrema derecha. ¿Nos suena esto en España?                

PD. Permítanme que utilice su nombre de soltera porque sigo sin entender esa aberración machista patriarcal del mundo anglosajón que “condena” a las mujeres a adoptar el apellido del marido al casarse. “Angie” se casó en 1977 con el físico Ulrich Merkel y mantuvo el apellido a pesar de divorciarse en 1982 y volverse a casar en 1998 con Joachim Sauer, catedrático de química en Berlín (entre la física y química andaba el juego)

     DdA, XVII/5043     

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