jueves, 30 de diciembre de 2021

ADIÓS A LUIS RALUY, HIJO DE ACRÓBATA Y HOMBRE BALA, PAYASO ANDANTE



Tóni Álvaro

Ha muerto Luis Raluy, hijo de acróbata y hombre bala, payaso andante que arrastraba un carromato biblioteca con miles de volúmenes y se sumergía en el ámbito de los números primos, que su gracia deben tener. Mis hijos adoraban a este hombre, su aire lunar, taciturno, sus números simples, los de circo, no los primos, que les hacían reír sin tapujos, como el que pisa charcos bajo una lluvia de estío.
Voy al circo y me convierto en el enano enamorado de la trapecista y su centro de gravedad, el punto G de la belleza circense. Y pienso en Pinito del Oro, en su cuerpo tantas veces roto. No he visto actuar a Pinito del Oro. Mi madre sí. La recuerda fascinada. Es lo más parecido a un ángel que haya visto nunca. Mis hijos aún van a reírse con los payasos, un buen antídoto para llegar a adulto sin adulterarse. Les fascinaba Luis Raluy, les sacaba las risas de las cosquillas que llevaban dormidas y les sacaba los aplausos de los bolsillos. Una vez me dijo mi hijo pequeño que qué chulo poder trabajar haciendo reír a la gente. Una vez, bueno, más de una, me han dicho que soy un payaso, pero esa es otra historia.
Luis Raluy y su álgebra de la felicidad, sin grandes conjeturas ni parábolas, risas de toda la vida y pitorreo a costa de la autoridad y los listillos de turno, alguien cubierto con una sábana blanca de cuando los fantasmas asustaban con un 'buuuuuhh!'...
La función terminaba con Luis abrazado a su hermano Carlos (fallecido en 2019), tocando juntos el acordeón. Así salíamos mis hijos y yo de la carpa, con las palabras en silencio colgando de la comisura de los labios, fijando el centro de gravedad que nos une en una coreografía irrepetible.

DdA, XVII/5054

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