Dada su extensión, no insertamos el artículo al completo que Raúl Navas, delegado de Correos del sindicato CGT publica hoy en El Salto, pero sí recomendamos la lectura íntegra del texto (AQUÍ), en el que hace un balance de la sucesivas leyes laborales aprobadas en nuestro país. Las últimas consideraciones del autor a propósito de lo que se ha quedado en una mera reforma de la reforma laboral, en vísperas de ser aprobada por el primer gobierno de coalición progresista del Régimen del 78, son las que el autor hace con relación a la buena aceptación que la ley ha tenido en los editoriales y artículos suscritos en los medios de comunicación conservadores, muy al contrario de lo que ha ocurrido con determinados sindicatos como la propia Confederación General del Trabajo. Si nos prometieron la derogación de la reforma laboral, ¿por qué no se ha hecho, contando ahora con la mayoría parlamentaria para haberlo podido acometer? Esta y otras preguntas plantea Navas al final de su artículo, recordando las sucesivas promesas que para derogar dicha reforma se hicieron. Bien está que El Salto publique este artículo un 28 de diciembre, Día de los Inocentes:
Algo falla, cuando
defensores de la reforma laboral del PP, consideran una buena noticia el
acuerdo. El editorial de ABC ha
sido muy clara al respecto: “El acuerdo entre Gobierno, sindicatos y CEOE es de
mínimos y proviene de una cesión de todos para contentar a Europa. Pero por
suerte no supone la derogación de la norma del PP de 2012”. En la misma
editorial se indica: “En ningún caso se trata de la «derogación» que
textualmente prometieron el PSOE y Podemos tanto en sus programas electorales
como en su pacto de coalición”. Además añade que “El acuerdo es en definitiva
una buena noticia”. Hay más artículos publicados en los últimos días en la
prensa en los que también se indica que poco cambia con la nueva reforma
laboral. De hecho, se habla constantemente de lo que NO se modifica. El líder
de la CEOE, Antonio Garamendi, decía en Antena 3 que el Gobierno “planteaba al
principio una derogación absoluta de la reforma”, pero se congratulaba de que
al final había “quedado una renovación bastante razonable”.
Un artículo en La Razón señala que “si uno examina de cerca
el contenido de la contrarreforma laboral promovida por el Gobierno y aceptada
por los agentes sociales, comprobara rápidamente que los acuerdos alcanzados no
afectan al núcleo de la reforma laboral de 2012”, añadiendo que “los elementos
esencial de la reforma laboral de 2012 ya forman parte del consenso político
nacional”. La Conferencia Episcopal también ha considerado muy positivo el
acuerdo. El responsable económico de Ciudadanos, Luis Garicano, ha valorado
positivamente el acuerdo. Por otro lado, el ex ministro Jordi Sevilla ha
explicado que encuentra “totalmente reconocible la actual reforma laboral
pactada” con el acuerdo de gobierno que el PSOE llego con Ciudadanos en 2016.
El exministro añade en twitter que “Yolanda Díaz lo criticó y se opuso. Me
alegro que haya cambiado de opinión”. Hace no mucho escuchábamos la expresión
“el miedo va a cambiar de bando”. Pero está claro que con esta reforma, no es
así. Por su supuesto, ya no solo no se dan por perdidos numerosas agresiones de
las reformas laborales de 2010 y 2012, además reivindicaciones históricas como
las 35 horas semanales, el fin del despido libre pagado, etc., ni se nombran.
Mientras
tanto, sindicatos como ELA, CIG, LAB y CGT han mostrado sus críticas a esta
reforma laboral, que por cierto tiene que pasar por el Parlamento, donde es
previsible que partidos políticos como ERC, BNG, Mas País o EH Bildu, hagan
enmiendas que avancen en la derogación de contenidos de la reforma laboral de
Rajoy que han quedado intactos. ¿Qué votará al respecto el grupo parlamentario
de Unidas Podemos?. Es una pregunta relevante e interesante. Y para
terminar el artículo, seguimos haciendo preguntas, porque nueve años después de
la reforma laboral, dos años después de la formación del Gobierno de coalición…
¿si nos prometieron derogar la reforma laboral, porque no la han derogado? Aunque
la nueva reforma laboral recupera derechos, ¿qué ocurre con los que da por
perdidos? ¿Si no se deroga ahora con una mayoría parlamentaria más que
suficiente, cuando se derogará? ¿Por qué esperar dos años para al final no
derogarla por completo? ¿Por qué se mantiene el abaratamiento del despido? Si
la reforma de 2012 provoco despidos masivos al eliminar la necesidad de
autoridad admirativa en los ERE, ¿por qué se mantiene la falta e inexistencia
de control administrativo en los ERE? Si decían que la reforma laboral era tan
mala, por qué no la han derogado íntegramente tal y como nos habían prometido?
El Salto DdA, XVII/5052
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