Agustín Moreno
El proyecto del músico Nacho Cano de
construir una pirámide azteca en Hortaleza ha sido abandonado debido a las
protestas ciudadanas. Una victoria de la lucha vecinal que se ha manifestado en
la calle, ha recogido decenas de miles de firmas, ha unido a toda la oposición
y que ha defendido un uso alternativo dotacional del solar de 20.000 metros
cuadrados que se había cedido para el llamado proyecto Malinche. Veamos los
hechos.
La presidenta de
la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció hace meses, con esa imprudente
osadía que le caracteriza, que estaba preparando una segunda "movida"
madrileña. Para quién no sepa a qué se refería, hay que recordar que aquello
fue un movimiento cultural auspiciado en el Madrid del alcalde socialista
Enrique Tierno Galván y que ahora pretende repetirse como farsa. Porque lo que
Ayuso, en comandita con Almeida, están poniendo en marcha, ya nada tiene que
ver con la cultura: es la pura movida del business.
Pongamos un par de ejemplos
especialmente graves. El llamado Espacio Delicias, en solares de ADIF, y la
concesión de un goloso solar en Hortaleza al músico Nacho Cano. Los dos
espacios estaban siendo reclamados por el vecindario para dotaciones públicas y
educativas, pero se han querido destinar a macro espacios de ocio.
El Espacio Delicias no pasa de
ser una gigantesca verbena instalada con alevosía en unos solares junto al
Museo del Ferrocarril, en medio de una zona residencial y en contra de la
opinión de los vecinos. Las molestias que causan (ruidos, tráfico,
contaminación…) están impulsando un potente movimiento ciudadano de rechazo.
Los terrenos estaban destinados, por un acuerdo de 2018, a suelo dotacional
público, para construir un instituto público y otros proyectos sociales.
En Hortaleza ha pasado algo
parecido. Allí hay un gran solar sobre el que ya quiso instalar su negocio el
ventrílocuo y empresario, José Luis Moreno, recientemente detenido por su más
que presunta participación en una trama mafiosa. No hizo nada y dejó una deuda
de 13 millones de euros al Ayuntamiento de Madrid. Si esto fuera una serie,
estos serían los episodios: 1) Díaz Ayuso le da una medalla a Nacho Cano y éste
se la devuelve en un claro gesto de vasallaje; 2) Ayuso concede una subvención
a Cano de 39.371 euros a través de la empresa Yogi Song, como compensación por
la Covid-19, como si fuera la única empresa afectada; 3) Cano recibe en su casa
de Ibiza a Ayuso durante sus vacaciones; 4) Almeida-Ayuso le conceden a dedo el
solar de Hortaleza al empresario musical. La parcela está en la avenida del
Machu Pichu y al músico se le ocurre proyectar la construcción de una pirámide
azteca (según el vídeo de Netflix) para reinterpretar la conquista de México.
Favores, proyecto hortera, oportunismo y nacionalismo barato para blanquear la
conquista de América como una historia de amor.
Pero vayamos al mundo real. Ese
espacio en su día estaba destinado a construir equipamientos educativos. Y
ahora los vecinos reclaman que se construya un centro de formación profesional
dadas las necesidades existentes. El proceso de matriculación en ciclos
formativos en la Comunidad de Madrid para el curso 2021-22 ha sido un
escándalo. Se han quedado sin plazas públicas 29.336 personas, pues tan solo un
57% de las plazas son públicas y el resto, 42.626, son privadas o concertadas
en ciclos de grado medio y de grado superior de forma presencial y en educación
a distancia.
Esto no es una
maldición bíblica ni una catástrofe natural como un volcán o el granizo; tiene
que ver con la incompetente gestión, pero, sobre todo, con una estrategia
deliberada de privatización del sector, que ha hecho aumentar en 17 puntos el porcentaje de la FP privada en 10 años.
También refleja un desprecio a la juventud madrileña, porque muchos de esos
jóvenes que han optado por estudiar FP se han quedado en la calle, porque no
van a poder pagar las elevadas matrículas que cobra el sector privado. Y
estamos hablando de una región con 430.000 parados, de ellos 83.000 jóvenes
(34,2% de tasa de paro juvenil), que cuando trabajan lo hacen en precario, en
empleos de poca cualificación y bajos salarios.
El distrito de Hortaleza tiene
193.000 habitantes y tan solo 811 plazas públicas de FP de grado medio y
superior, en dos institutos públicos. Una oferta pequeña y bastante anticuada
de familias profesionales. Es un puro abandono, si lo comparamos, por ejemplo,
con la provincia de Palencia que tiene 160.000 habitantes y más de 2.035 plazas
públicas de FP, en ocho centros. Una provincia de la España vaciada, con menos
porcentaje de población joven, tiene más oferta de FP que distritos del Madrid
de Ayuso. Y Palencia no es Finlandia, el problema es que Madrid es un agujero
negro en la educación por el mísero 2,2% que invierte, la mitad que la media de
España. Que la comunidad más rica sea la última en inversión educativa per
cápita es una decisión política profundamente errónea. Algo en lo que insiste
Díaz Ayuso cuando dice que "no se puede regalar a todo el mundo la
Educación, porque no es sostenible el sistema".
Las más que previsibles
molestias que iba a ocasionar el proyecto de Cano y el enorme déficit de plazas
públicas de FP, provocó que los vecinos de Hortaleza rechazaran el proyecto
Malinche. Han exigido revertir el uso de la parcela y también han rechazado el
macro parking de 400 plazas anejo a la instalación. Recogieron más de 20.000
firmas en pocos días y fue todo un éxito la primera manifestación vecinal que
se organizó el domingo 17 de octubre pidiendo la paralización del atropello.
En resumen, la
"movida" de Ayuso no es cultura, es simple negocio. Es un modelo de
gran verbena-parque de atracciones para vender consumismo. Si el PP quisiera
traer cultura al barrio de Hortaleza, no se opondría a la demanda vecinal de
construir en Mar de Cristal una biblioteca pública. Pero siempre ha sido un
gran lobby de negocios para los suyos, como demuestra que se concedan espacios
públicos a los amigos de forma opaca para que monten tinglados para ganar
dinero, en contra de la voluntad de los vecinos y a costa de los servicios
públicos.
La buena política debe estar al
servicio de toda la ciudadanía. Pero cuando lo que prima son intereses espurios
y no el interés social estamos en el politiqueo, o peor aún, en el mejor de los
casos en el politiqueo y, en el peor, en la corrupción en alguna de sus
variantes. Los políticos tienen que ser limpios y transparentes y el amiguismo
descarado y las formas autoritarias de imponer las cosas al margen de la
ciudadanía son profundamente negativos.
No había color entre crear un
instituto público de Formación Profesional de Alta Tecnología o un proyecto
faraónico esperpéntico, bien sea una pirámide azteca o una carpa gigantesca. Ni
desde el punto de vista ético ni estético, ni desde el social o el ecológico se
podía defender. Ahora, el objetivo del vecindario y el de las fuerzas
progresistas es que se construya un instituto público de Formación Profesional
para atender las demandas de los jóvenes del distrito. La movilización da sus
frutos y las buenas causas se acabarán imponiendo.
Público DdA, XVII/5018
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