Félix Población
Estos días atrás hemos sabido,
según fuentes de varios investigadores especializados en los movimientos de
extrema derecha, que a partir de algunas invitaciones cursadas desde España por
grupos afines, Madrid podría convertirse el próximo 20 N en punto de encuentro
de esas organizaciones con motivo del cuadragésimo sexto aniversario de la
muerte de Franco y José Antonio Primo de Rivera.
Cuando sobre Europa no dejan de
surgir tendencias ideológicas fascistas o parafascistas, Madrid podría tener su
atractivo como destino, dado que el nuestro es el país que mantuvo por más
tiempo una dictadura en el viejo continente, surgida con la colaboración del
nazi-fascismo durante la atroz guerra que acabó con el régimen democrático
español del 14 de abril de 1931.
A esos cuarenta años de franquismo
hay que sumar otros cuarenta durante los cuales ninguno de los gobiernos que se
alternaron en el poder se atrevió a desalojar, hasta bien recientemente, los
restos mortales del dictador, inhumados en una basílica católica. Añadamos a
eso el olvido en el que se tuvo y tiene aún a las víctimas de la dictadura,
enterradas como alimañas en fosas y cunetas, y el exitoso resurgir de la
extrema derecha en el Parlamento de la nación.
Sin remontarnos a ese
vergonzoso historial de la monarquía constitucional en las pasadas décadas, el
fascismo internacional pudo comprobar recientemente que en el centro mismo de
la capital del Estado se permitieron manifestaciones como la del pasado septiembre,
en las que se exhibió simbología nazi y se vieron pancartas y corearon gritos
con consignas racistas y homófobas, con el permiso de la delegada del Gobierno.
¿Por qué no intentar entonces
esa gran convocatoria paneuropea para el 20 N?, se habrán dicho las
organizaciones que obtuvieron el permiso de la señora delegada entonces? En
España son posibles ese tipo de manifestaciones y plantearlo no parece, por lo
tanto, nada aventurado. Otra cosa sería intentarlo en Alemania, donde esa
posibilidad es de todo punto irrealizable. Habrá quien recuerde, al respecto,
lo que le ocurrió a un ciudadano de la pequeña localidad de Freistal, próxima a
la ciudad de Dresde, territorio de la antigua República Democrática en el que
la extrema derecha cuenta con cierto apoyo. Ese ciudadano levantó el brazo a la
romana o hitleriana para provocar a unos manifestantes que reivindicaban los
derechos de los refugiados en aquel país. El provocador fue arrestado por “uso
de gestos atribuibles a organizaciones inconstitucionales y criminales”, con la
posibilidad de enfrentarse a tres años de cárcel.
Aquí estamos muy lejos de esa
situación. Y mientras eso ocurra seguiremos estando también lejos de una
normalización de la vida democrática y un cultivo a fondo de lo que la defensa
de la democracia representa para no tener que soportar episodios tan
lamentables como el vivido en el barrio de Chueca de Madrid hace unos meses.
Esperemos que la delegada del Gobierno se haya enterado esta vez antes de lo
que se cuece para este 20 N, según las informaciones publicadas.
PS. Este medio [LUH, La última hora] ha sufrido,
según su directora, un cibertaque cuantificado en 70.000 euros, del que no he
leído referencias ni mucho menos condenas en otros medios o asociaciones profesionales.
Una democracia no debería parecerse a una dictadura, cuando se multaba o
amordazaba a los medios críticos para mermar su capacidad de permanencia. Una
democracia debería sancionar a quienes atacan de cualquier modo la libertad de
expresión. Tanto el silencio mediático insolidario como la impunidad frente a
estos ataques agravan aún más la debilidad de la democracia vigente.
La última hora DdA, XVII/5009
No hay comentarios:
Publicar un comentario