domingo, 7 de noviembre de 2021

LA MAR EN GUERRA DE “FOLAXE” CONTRA EL MURO DE GIJÓN

 

Félix Población

Acabo de ver el tráiler oficial de la quincuagésimo novena edición del Festival Internacional de Cine de de Gijón/Xixón (FICX), obra de Ramón Lluís Bande, en la que rinde homenaje en cierto modo a uno de nuestros más notables fotógrafos, Constantino Suárez, sobre cuya obra viene trabajando en los últimos años al objeto de reactivar la memoria democrática, tan necesaria. “Entendemos el cine como un medio de expresión de ideas, no como cultura de usar y tirar”, ha dicho el director de FICX.

El importante legado del fotógrafo gijonés consta de un total de más de 6.000 negativos, depositados en el Museo del Pueblo de Asturias. Suyas son también las muchas instantáneas que como fotógrafo de guerra de varios periódicos dejó para la posteridad como reflejo de la vida cotidiana, tanto en los frentes de batalla como en las ciudad de Gijón, entre las que destacan los negativos que no se encuentran en el citado museo y corresponden a los bombardeos facciosos sobre la ciudad hasta días antes de su ocupación y que sí se publicaron en los diarios en los que colaboró. ¿Qué pasó con ellos?


El festival quiere inaugurar con esta pieza audiovisual, basada en una secuencia de doce fotografías -realizadas por Constantino Suárez los días 26 y 27 de enero de 1937 durante una de esas grandes mareas que siempre levantan la expectación del vecindario en el paseo del Muro-, una propuesta artística que pretende dotar al certamen de cabeceras de autor con cortometrajes de cineastas asturianos.

Según Bande, en Folaxe (oleaje como sinónimo de marejada en asturiano) continúa  explorando las posibilidades de traducir al lenguaje cinematográfico el trabajo de Constantino Suárez, como ya hiciera en su película anterior, Vaca mugiendo entre ruinas, según el título de una obra realizada por el pintor Nicañor Piñole durante la guerra, estrenada también en la sección oficial de la última edición del FICX. "El resultado es, en este caso un pequeño relato minimalista y costumbrista, una estampa que puede explotar todo su potencial polisémico y provocar una sensación inmersiva en el espectador”. 

La sonoridad intemporal del mar intensifica el poder evocador de las imágenes durante aquel segundo y último invierno de la guerra en Asturias. Muchos nos vemos representados en esos adolescentes gijoneses que nos precedieron jugando a esquivar el salto de las olas cuando jugar era más difícil. En los frentes de batalla, otros jóvenes se jugaban la vida en una marejada de sangre que dejó a este país abatido en el atraso y el silencio durante décadas. La luz invernal de la secuencia presagia que aquel tiempo de tragedia iba a proseguir entre las familias de los vencidos, como la del propio fotógrafo represaliado.


Suárez pasó por las prisiones de Gijón, Oviedo, El Dueso, Yeserías, Burgos y San Marcos de León hasta principios de los años cincuenta del pasado siglo. También se le prohibió ejercer su profesión oficialmente. Durante todo ese tiempo de presidio, el fotógrafo gijonés cambió la cámara por el dibujo y la acuarela, dejando testimonio de las condiciones de hacinamiento que se daban en los presidios franquistas, con todas las secuelas de torturas y enfermedades vividas en su interior en aquella miserable posguerra. Que yo sepa, nada conocemos de esa parte del trabajo artístico del fotógrafo, que a mi juicio habría que recuperar.

Folaxe hace sonar, con un mar de galerna acorde con las imágenes y a modo de banda sonora, la memoria de aquella cotidianidad enterrada en los archivos. La luz hosca y desapacible de aquellos dos días de enero quedó estampada en las fotografías, a las que la herida del tiempo dota de un valor testimonial añadido como denuncia de tantos años de mordaza y olvido. La sonoridad del oleaje rompiendo contra ese muro de silencio hace que prenda con más vigor en la mirada el testimonio gráfico de Suárez. 


      MiGIJóN. COM DdA, XVII/5002     

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