lunes, 25 de octubre de 2021

MI MADRE COMENZÓ A MARCHARSE AYER


Ignacio González

Un regalo para Dolores Díaz que me describió los últimos momentos de su madre.

OTRA NANA
Mi madre comenzó a marcharse ayer.
Un ictus dicen -aún me dejan verla-
sólo cinco minutos, ya es de madrugada.
La habitación aguarda en la penumbra
ella no abre los ojos.
Las siete de la tarde aún no se ha ido,
un agudo ronquido abre su pecho.
La beso. Le susurró que la quiero
Canto suave a su oído y, por momentos,
parece estar en paz.
Me despido de nuevo.
No quiero que se vaya y ruego que mi padre,
venga a buscarla desde aquella nube
en que hace tiempo habita.
Que la saque a bailar y que regrese
asido de su mano desde Ítaca
tal como prometieron en el gesto postrero
de aquél inmenso amor.
Si ahora pudiera
acelerar el tiempo, si pudiera
llevarla entre mis brazos al Aramo,
regalarle su oxígeno.
Su mirada se cruza con la mía
una triste sonrisa.
Cuento respiraciones, los espacios
de su muerte deseada y tan odiada.
Ahora sí se rompe aquél cordón
umbilical que me aferra a su vida.
¿Cómo será este tiempo con su ausencia?
¿Por quién preguntaré por las mañanas?
¿Cómo enfrentarme al día
sabiendo que no volveré jamás a verla?
No existe otro vacío.
Yo ya soy una huérfana perdida.
Mi cuerpo se mutila, soy ya herencia
de dos cuerpos perdidos para siempre.
Ahora es la niña a proteger.
Me convierto en su madre.
Deseo darle vida.
Arrullarla, mecerla,
cantarle hasta la calma esta otra nana.
Te amo madre, y nada es ya mañana.

DdA, XVII/4990

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