Félix Población
En la jornada de ayer, todos
los medios de información, o al menos los más importantes, se centraron en
hacer memoria de ETA y su historial de crímenes a lo largo de su trayectoria.
Algunos canales de televisión como La Sexta, entre los que he podido ver, han
querido ilustrar esa memoria con algunos de los atentados cometidos por la organización
terrorista. Si el curioso lector recuerda, cuando se perpetraron en Madrid los
atentados del 11 de marzo de 2004, hubo un acuerdo mediático para que las
imágenes de aquella masacre no fueran difundidas por respeto a los casi dos
centenares de víctimas mortales y su familiares, así como a los numerosos
heridos. No ha ocurrido esta vez con algunos atentados de ETA que, una vez
vueltos a ver después de muchos años, quizá hayan repercutido dolorosamente en
el ánimo de quienes perdieron a sus seres queridos. Está bien que desde los
medios de comunicación se nos informe de lo que fue esa organización
terrorista, sobre todo porque entre los más jóvenes que no crecieron durante
aquella ejecutoria asesina es preciso hacer hincapié en algo que nunca más
deberá repetirse. Creo, sin embargo, que para ese proceder no se precisa
reproducir la repulsiva entidad de aquellos crímenes. Esto es tan reprochable
como la necesidad de recurrir a ETA por intereses políticos tan espurios como
los empleados por la derecha. Que el sucio politiqueo, por parte y parte,
sustituya en jornadas como la de ayer al protagonismo que deben tener las
víctimas del terrorismo etarra es, en cierto modo, pretender darle vida a este
una vez muerto. Coincido por eso con la opinión de Quique Peinado al afirmar
que ETA no puede ser una necesidad para hacer política, ni debe estar en
ninguna estrategia. Los demócratas no nos merecemos eso. Ni mucho menos las
víctimas. Ni, sobre todo, ETA, enterrada hace diez años por un gobierno
duramente atacado por el Partido Popular en su estrategia efectiva de acabar con la
banda. Debería ser realidad, por fin, la primera página del diario Ideal de Granada de hace una década.
DdA, XVII/4987
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