viernes, 1 de octubre de 2021

AYUSO CONTRA EL PAPA POR DEFENDER A LOS INDÍGENAS CON TAPARRABOS


Gerardo Tecé

Como hiciera Ana Torroja a finales de los 80, Isabel Díaz Ayuso se ha plantado en Nueva York. Es una ocasión singular la de que el dólar esté devaluado que no hay que dejar escapar para viajar a ultramar en un momento dado. Menos si ese momento dado coincide con la convención nacional del PP. Dicen las malas lenguas que no es casual que el viaje de la presidenta madrileña a 6.000 kilómetros de la Puerta del Sol haya coincidido con la semana en la que Casado intentaba vender imagen de unidad. Que la máxima representante del flanco extremo-derecho del PP, esa zona actualmente más poblada que Brooklyn, se haya quitado de en medio durante estos días de convención no parece casualidad, sino un vacile más de una forma de hacer política que es incompatible con el trabajo en equipo. Veremos, a la vuelta de la experiencia americana, qué tal torea a Casado en la plaza de toros de Valencia.

Nueva York, Ayuso, Ayuso, Nueva York. Los dos símbolos mundiales de la libertad, ciudad y lideresa, fundidas en una sola cosa. Un big bang libérrimo del que no participó Toni Cantó, el Sancho Panza particular de la presidenta. En un país, Estados Unidos, con 44 millones de hispanohablantes, no era necesario que el flamante director de la Oficina del Español estuviera en la expedición. El objetivo del viaje de Ayuso, dice la agenda oficial de la Comunidad de Madrid, era ver qué se cocía por la Gran Manzana -–demás del jamón que, ya se sabe, es de york–. Y conseguir inversiones para la región. Un acto de responsabilidad el de hacer funciones de política exterior desde una comunidad autónoma, muy alejado de aquellos actos de puro egoísmo denunciados en épocas de gobiernos del PP, cuando líderes catalanes viajaban al extranjero buscando inversión para Cataluña.

Tras unos días de expedición, aún no sabemos cuáles serán esas inversiones que Ayuso ha conseguido para Madrid –¿queda algo por vender?–, pero sí que la presidenta se ha sentido a gusto potenciando en la tierra de la libertad su mejor perfil: el de sucesora natural de Isabel la Católica. Quizá por esto, quizá por la grandiosidad que inocula en una la majestuosa Nueva York al pisarla, Ayuso decidió tirar por todo lo alto y sacudirle entre rascacielos al mismísimo Papa de Roma. ¿Qué es eso de pedir perdón por el descubrimiento de América? ¿A quién se le ocurre defender a indígenas con taparrabos, terroristas y piojosos a los que, gracias a dios, la Santa España puso firmes? Como comitiva diplomática es, desde luego original. Además de las embestidas contra el Papa Francisco y de un cierre de filas que el pobre Colón no disfrutaba desde hace cinco siglos y medio, Ayuso tuvo tiempo para anunciar que acababan las restricciones sanitarias en Madrid. Qué mejor escenario para este anuncio que la ciudad que, como algunos vecinos de Malasaña, nunca duerme.

La noticia del levantamiento de restricciones, al igual que la propia visita institucional de Ayuso, no tuvo demasiado impacto en Estados Unidos. Tal vez se deba a que no había medios locales cubriendo sus actos; los únicos medios que acompañaban a la presidenta eran españoles. Aun así, mereció la pena mandar de viaje a un equipo de Telemadrid: un plano de la presidenta con la Casa Blanca de fondo no lo consigues en Usera. Como en la canción de Mecano, a Díaz Ayuso no la han dejado entrar en demasiados sitios de moda de Nueva York –si eres spanish ni un vaso con soda– pero sí en uno de moda en Washington: el Capitolio. Invitada por algún congresista hispano, esa será la última fotografía de Ayuso en tierras americanas. En los últimos tiempos, que alguien como Ayuso reciba una invitación formal para entrar en el Capitolio le quita de muchos problemas, como tener que tumbar puertas o romper ventanas.

La lideresa de la extrema derecha española vuelve a España sin haber sido detenida por un policía al saludar a la estatua de la libertad y ser confundida con un comunista. El paseo de Ayuso por la Gran Manzana pasará a la historia igual que pasaron a la historia los paseos de Lorca, que fue allí a inspirarse y enriquecerse de cultura norteamericana, o los de Camarón, que con su chándal de licra rosa hacía turismo por las mañanas antes de ponerse el traje de las grandes ocasiones por la noche para llenar el Palladium de Nueva York. No sabemos si estará loca o no por irse a Madrid, pero sí que detrás de ella deja una lasca más de la cultura pop. La estatua de la libertad la echará de menos.

 CTXT   DdA, XVII/4967

No hay comentarios:

Publicar un comentario