miércoles, 1 de septiembre de 2021

PIOVE, PORCO GOBERNO

Cada vez que un presidente socialista llega a La Moncloa, poco le falta a nuestra derecha política, mediática y de barra de chigre para acusarle de todos los males habidos y por haber.

Vicente Bernaldo de Quirós

Era yo un adolescente cuando oí por vez primera ese clásico italiano para culpar al Gobierno de la nación de todos los males, incluidos los sobrenaturales. Aquel piove, porco governo, que escuché en mis años mozos me retrotraía a una ciudadanía un tanto ácrata que no se dejaba comulgar con ruedas de molino. Para una persona que vivía en la oscuridad del franquismo, la frase tenía cierta épica de admiración.
Luego, con el paso de los años, me dí cuenta de que lo que yo entendía como una forma de insumisión al Gobierno era por pare de los italianos una especie de dejación de funciones en la que nadie quería responsabilidades, pero sí las exigía a los demás. Más tarde, comprobé que esta era una característica especial de la derecha española.
Cada vez que un presidente socialista llega a La Moncloa, poco le falta a nuestra derecha política, mediática y de barra de chigre para acusarle de todos los males habidos y por haber. Con Zapatero hay bastantes ejemplos, pero con la llegada de Pedro Sánchez, el patriotismo español le culpa de todo lo habido y por haber, del haz y del envés de un acontecimiento y de todo lo que se mueva. Ya veréis como en poco tiempo, se va a descubrir que lo de Nino Bravo no fue un accidente de automóvil, sino una conspiración de la izquierda para desprestigiar al franquismo.
Lo vemos ahora con el tema de Afganistán. Si fueron los estadounidenses los que abandonaron el país, la derecha exige a Pedro Sánchez que diga algo para ver si le encuentra un fallo y le recuerda que muchos españoles cayeron en la guerra que sucedió al 11 de septiembre. Es posible que se descubra que el ala izquierda del Gobierno haya influido para que Biden ordenara a sus tropas abandonar Kabul. Si se acepta la retirada, malo. Y si no se acepta, peor.
Y no digamos nada de la operación de rescate de los colaboradores de las tropas españolas. Las primeras noticias eran que no se podía sacar a nadie porque España no tenía recursos técnicos para hacerlo, lo que, lógicamente le suponía una cascada de críticas a Sánchez. Después, cuando empezaron a sacar a los que trabajaban para el Ejército, las voces críticas se recrudecieron: ya vereis cómo dejan a alguien a merced de los talibanes. A ver con que nos deleitan en las próximas fechas.
Sobre este particular, no deja de ser curioso que cuando Joe Biden y Pedro Sánchez llegan al acuerdo de utilizar las bases yanquis en España para albergar a los evacuados, el mismo día, el panfleto del discípulo preferido del comisario Villarejo publicó que el presidente estadounidense no le quería coger el teléfono a su colega español, un mantra que lleva reproduciéndose desde que el septuagenario jefe de Estado de los USA se instaló en la Casa Blanca.
Pero si un opinador de mi pueblo llegó a reprochar a Sánchez que utilizara alpargatas para una videoconferencia desde su casa de La Moncloa, como si hubiera cometido un pecado de lesa patria. Para este buen hombre, cuyos artículos le hacen coincidir casualmente con el programa político de Vox, las alpargatas son una falta de educación, pero los pantalones cortos de Felipe VI en el palacio de Marivent son el clímax dela elegancia. Donde va usted aparar comparar unas bermudas que le caen divinamente con unas alpargatas de pobre de solemnidad.
No solo de Afganistán vive el porco Governo español y la derecha, sino que en otros temas,como el recibo de la luz, llueven cuchillos sobre el Consejo de Ministros, como si en la meteórica subida de la factura no hubera tenido complicidad anterior ciertas decisiones de Mariano Rajoy. Pero el culpable es, claro. Pedro Sánchez. Y si alguen apunta la posibilidad de crear una empresa pública de electricidad para afrontar el problema, la respuesta del trifachito es la de que este Gobierno socialcomunista ya nos quiere comparar con Venezuela.
La luz, Afganistán, los fondos de la Unión Europea, la subida del salario mínimo y el sumsun corda es culpa, como no podía ser de otra manera, del inquilino de la Moncloa. Y no entro, de momento, a analizar la (im)posible renovación Del Consejo General del Poder Judicial.
Cuando gobernaba el ínclito José Luis Rodríguez Zapatero, las derechas le exigían que acudiera al desfile de las fuerzas armadas para poder abuchearlo. Buenas eran las esposas de los altos mandos militares de nuestro país (a su lado los maridos eran unos rojos) que se ponían a gritar contra el máximo representante del Ejecutivo con el fin de aliviar sus frustraciones (también las sexuales, por supuesto). Lo peor era cuando el entonces presidente hacía novillos por cualquier circunstancia. Los reproches histéricos podrían oírse en cualquier lugar del Planeta.
Por la ventana de mi casa, ahora que estoy terminando el artículo, descubro que empieza anochecer y la luz del sol pierde fuerza. Es una pena que no sea yo un señor de ley y orden, porque terminaría este texto gritando 'Anochece, porco Governo'.
DdA, XVII/4936

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