Paco Faraldo
Un último apunte -por mi parte, claro, porque esto da para seguir durante una temporada- sobre el asunto taurino en Xixón. En mi opinión, el acto de la alcaldesa, es de esos que no se pueden juzgar sin conocer el contexto en que se producen, su contexto político interno, sobre todo. Yo su acción la considero, antes que nada, como un acto de partido y no creo que obedezca a su opinión personal sobre la tauromaquia, que ha sido hasta hace poco notablemente ambigua y contemporizadora. Me parece una decisión minuciosamente calculada en función de su rentabilidad política y que estaba a la espera de encontrar el momento propicio para ser llevada a cabo. Y la anécdota del nombre de los toros vino al pelo, hasta el punto de que parece inventada por un infiltrado para dar la señal.
Esperemos unos meses, veamos lo que la alcaldesa hoy elevada por muchos y muchas a los altares realiza sobre los problemas crónicos pendientes, y entonces conoceremos el verdadero significado de la acción punitiva de ahora. Los enfrentamientos con algunos miembros del PSOE por este asunto son otra anècdota, forman parte dela obra, y no suponen ninguna novedad para quienes conozcan las conductas internas dentro de esa organización. ¿O nos vamos a sorprender de la existencia de socialistas partidarios de las corridas? Se manifiestan así en público con bastante frecuencia. A partir de ahora, cuando la regidora no tenga más remedio que enfrentarse a su propio partido si quiere resolver los asuntos urgentes y eternamente aplazados en la ciudad, veremos la entidad de su actitud presente. Yo no tengo reparo en mojarme (ojalá me equivoque), y a su determinación de ahora le atribuiría un 80 por ciento de oportunismo, aunque repito de nuevo, creo que el fondo de su decisión y sus efectos de abolir las corridas en Gijón son completamente justas.
DdA, XVII/4929
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