viernes, 27 de agosto de 2021

EN MADRID MUERE LA INTELIGENCIA

 


Lazarillo

Bien podría ser el titular que corresponde a esta fotografía, después de que el Ayuntamiento de Madrid, basándose en una sentencia de los jueces que los deja arrumbados en el antiguo régimen, repusiera en el callejero de la ciudad el nombre del general felón Millán Astray, según ocurrió durante la dictadura y casi todo el periodo de nuestra ejemplar democracia. No nos debemos extrañar del hecho, por más que nos indigne que quien gritó ¡Muera la inteligencia!, o similar, vuelva a nombrar una calle de Madrid. En las pasadas elecciones autonómicas y municipales ya empezó a morir la inteligencia en la capital de este reino en declive, con todo lo que comporta el renacer de la extrema derecha con capacidad decisoria en los gobiernos municipal y autonómico. Justa Freire era una gran maestra, represaliada por la dictadura al término de la Guerra de España como miles de sus compañeros asesinados, encarcelados o exiliados. La imagen nos devuelve al más negro ayer del pasado siglo y traza sombrías expectativas sobre nuestro porvenir, pasando por alto lo que significa que los maestros hayan sufrido como ningunos otros la barbarie represora y la inquina contra la cultura de la libertad. Se cifran en más de medio millón los expedientes de depuración cursados al final de la guerra contra los profesionales de la enseñanza en España, entre los que figura el de la maestra zamorana, una pedagoga innovadora vinculada a la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. Si a su memoria histórica ejemplar le puede en el gobierno del Ayuntamiento de Madrid elegido por las urnas la del general felón que participó en aquella represión, no hay otra que afirmar que esta democracia está enferma de suma gravedad y quienes colaboran en ello, también.



DdA, XVII/4931

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