domingo, 18 de julio de 2021

UNA DEL SPORTING A PARTIR DE 1933*

Félix Población

Antes de que al Sporting se le llegara a llamar matagigantes por sus éxitos deportivos en los enfrentamientos futbolísticos con los grandes clubes de primera división, y mucho antes también de que el fútbol se convirtiera en ese gran y turbio negocio que mueve miles de millones de euros y enfervoriza mediáticamente a las masas -a veces hasta el ridículo y no pocas hasta la violencia o una mezcla de ambos-, el que ahora es uno de los más potentados clubes del mundo viajaba en el autobús de la imagen teniendo como destino esta histórica villa.

La fotografía, aportada por Carlos Merediz, está fechada en el año 1933 y la competición deportiva es la que, como corresponde a la época, se llamaba Copa del Presidente de la República, en sustitución de la anterior y actual Copa del Rey, y la que en 1931 se empezó por nombrar Copa de España, según me apunta mi amigo Goti del Sol, socio histórico en activo del no menos histórico club de fútbol local, casi desde los mismos tiempos en que lo fue el autor de estas recordaciones.

Se remonta mi “militancia infantil” a los primeros años sesenta, cuando el club rojiblanco no pasaba muy buena racha en segunda división, si bien había tardes en las que el equipo deleitaba al respetable con algún que otro partido exitoso y unos cuantos goles de un delantero vasco llamado Solabarrieta, muy querido por la afición por su fructífera y a veces inverosímil capacidad de remate. Con todo, lo habitual no eran los resultados favorables. Hubo alguna temporada en la que el Sporting estuvo a punto de bajar de categoría.

Los expertos sabrán, pero tengo en mi memoria, con motivo también de una competición copera, que aquel Sporting se enfrentó en una ocasión con el Real Madrid y que con el estadio a tope de ánimos y público no tuvo, obviamente, nada que hacer. Más que lo ocurrido en el campo, lo que recuerdo de aquella visita fue mi necesidad de acudir a la puerta del Hotel Hernán Cortés para ver entrar o salir a los afamados futbolistas merengues de paso hacia al autocar. De entre todos, recuerdo como  más cercano a un jovencísimo Pirri, que formaba línea media con Zoco, marido de la avilesina María Ostiz, a la que una vez vi cantar No sabes lo que sufrí en El Jardín de La Pipa.

Por aquella década, el Hernán Cortés era un hotel de lujo y distancia para los comunes, y la tangible y efímera proximidad de unos futbolistas con renombre internacional, tan elegantemente peinados y trajeados, me hizo recapacitar en que lo mío, por más que diera patadas al balón en el arenal de San Lorenzo, estaba muy lejos de aspirar a esa gloria. Supuso una suerte de baño de realidad confuso y desasosegante que mermó mi entusiasmo por el fútbol descalzo y también por el que sentía en la grada de estadio del Piles.

Entre los curiosos que se dieron cita un domingo de 1933 a las puertas del hotel Savoy, en la calle Corrida, que luego con la dictadura se llamó Saboya por aquello del españolismo en el que se gestó y crió la dictadura, podemos ver a algunos muchachos que esperaban la salida de los futbolistas del Madrid, antes de encajarle cinco goles al equipo rojiblanco en El Molinón. Es probable que entre ellos hubiese aspirantes a la gloria futbolística, entonces mucho más modesta. Incluso, que alguno compartiera mi  desencanto reflexivo tres décadas antes.

En todo caso, el primer mocerío de aquellos chavales supondría una quiebra absoluta de sueños mucho más necesarios. Sus vidas no crecieron en cultura y libertad porque las secuestró una guerra y un largo tiempo de silencio, cuya estela de sombra también nos tocó y toca.

*MiGijón.com  DdA, XVII/4897

No hay comentarios:

Publicar un comentario