domingo, 4 de julio de 2021

POLÍTICA DE LA HIPÉRBOLE Y EL HIPÉRBATON


Celso Miranda

No soy experto en literatura, apenas un humilde aficionado con ciertos síntomas de adicción, por momentos. Pero me apetece hoy remarcar algunas de las diferencias, y también concomitancias, entre dos figuras literarias ampliamente utilizadas en política: la hipérbole y el hipérbaton. Aquella es sinónimo de exageración y tiene un fondo finalista: aumentar en el oyente el efecto de los hechos objetivos. Esta consiste en alterar el orden de las palabras dentro de la frase, con fines estilísticos o estéticos. Hacen hipérbole los empresarios españoles cuando tachan de "marxista" la reforma laboral en ciernes simplemente por intentar retrotraer la legislación laboral "esclavista" (utilizando nosotros la misma figura) del PP, brazo armado (déjenme seguir jugando) de los propios empresarios en este campo. El Ministro Escrivá se metió en un hipérbaton pistonudo, del que tuvo que desdecirse (donde dice digo dice Diego) para dejarnos sumidos en una cierta perplejidad a los hijos del Baby Boom, cuya encrucijada será trabajar más para ganar menos, o viceversa. Todo lo que tiene que ver con Cataluña es hiperbólico, tanto como que el Tribunal de Cuentas, cuya foto más conocida es la de la placa de la entrada que ilustra este texto, seguramente reclamará daños patrimoniales a los independentistas catalanes, enmendando la plana a los indultos gubernamentales. No conocemos imágenes de este Tribunal, cuya renovación bloquea el PP, pero la foto más gráfica sería la de una zorra cuidando un gallinero. Ya saben, aquello de la viga en el ojo propio. El Tribunal, presidido por una ex ministra de Aznar, absolvió la venta de viviendas públicas del gobierno municipal de Ana Botella a fondos buitre por donde anidaba uno de los hijos del matrimonio Aznartella, y ello por valor de más de 20 millones de euros. Intenta dar forma de hipérbaton Pablo Casado con sus disquisiciones sobre la Guerra Civil y lo que le sale es una hipérbole golpista, que justifica y aplaude el franquismo, con toda su larga estela de sangre y dolor. Es hiperbólico nombrar a un iletrado como Toni Cantó al frente de cualquier tipo de oficina que no sea la del transfuguismo más desnortado, pero la propia Ayuso es conceptualmente hiperbólica. El precio de la luz está en máximos históricos, y no es hipérbole señalar, como ha hecho recientemente el Secretario General de CCOO en Asturias, José Manuel Zapico, que estamos ante un atraco a manos de las grandes empresas eléctricas, trufadas en sus consejos de administración por destacados políticos del bipartidismo. El propio bipartidismo consistía en un larguísimo hipérbaton, ora PSOE, ora PP, que marcaba estilos pero no cambiaba estructuras. Ahí seguimos, combatiendo hipérboles e hipérbatos, permanentemente enredados en el lenguaje.

Política Basura, por Álvaro Noguera

DdA, XVII/4894

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