miércoles, 14 de julio de 2021

PACO IGNACIO TAIBO: EL LADO DE LA BARBARIE SE VA A FORTALECER

Víctor Guillot

«La industria editorial española no venderá gran cosa fuera de España. Tiradas pequeñas y precios elevados. Ni siquiera reimprimen en México. No tienen nada que hacer en aquí, ni en Perú ni en Argentina. A nosotros nos llega a las librerías todo de saldo». Así de contundente habla Paco Ignacio Taibo II, fundador de la Semana Negra, director del Fondo de Cultura Económica, escritor de novela negra, ensayista, biógrafo. Más de un veintena de libros llevan su firma. Con él repasamos el estado de la Semana Negra, el ánimo político post-pandemia y el gran proyecto que es el Fondo de Cultura Económica, un bastión de la industria cultural en español que dirige como una nave, dispuesta a provocar una revolución introduciendo la literatura popular en su catálogo y llevar la literatura a cualquier barrio recóndito de México.

-¿La nueva situación abre un nuevo paradigma para la Semana Negra?

-La lógica vuelve a ser «resistir es vencer». La SN es de Gijón, es de la organización de la SN que la ha hecho durante 34 años. Cuando ves que alguien en el Ayuntamiento dice que hay que someterla a concurso, se olvida que la Semana Negra es una marca registrada. Y además, si durante 35 años ya la hizo con éxito esa misma organización, para qué vas a traer a unos tipos que vienen a hacer negocio librero sin el concepto de la Semana Negra.

-Una guerra eterna.

– Es la eterna guerra que ha sufrido la Semana Negra con sus propuestas ideológicas. Al final es una batalla practicada por la ideología desde que nació. Lo novedoso, lo arriesgado que es vincular la literatura con la sociedad está ahí, sigue vigente. Entonces, como te decía al principio, resistir es vencer y no está nada mal el nivel de resistencia que ha logrado la organización en esta edición, animada por la feria del libro, las charlas, el mercadillo. La salida virtual está siendo fundamental para llegar a todos lados. Yo creo que esta edición es buena en esa lógica, manteniendo en la medida de lo posible el estilo de la Semana y preparando el despliegue para el próximo año.

-¿Cómo atisbas el boceto de ese despliegue?

-Es que me pongo a pensar en la lógica mexicana. Tengo una feria dentro de 4 meses. No sé si encontraremos o no formulas presenciales o virtuales. La virtualidad abre un nuevo escenario divertidísimo. Acabó con el peligro de no poder pagar un billete de avión a un escritor desde Alaska, los combinatorios y esas cosas. Lo que aprendimos de la virtualidad es la capacidad de redifusión de las cosas, improvisando sobre la marcha. Pero un festival con firmas, con el escritor hablando con la gente informalmente, la tertulia, la comunicación, el juego de periodistas saltando de un lugar para otro, los ambientes, los debates, lo que sucede por encima y por debajo de esas tertulias, es un juego chino conseguir mantener eso con los equilibrios presupuestarios. Internet abarata todo eso.

-Aunque lo han puesto como un eslogan ¿realmente crees que saldremos socialmente más fuertes y solidarios o seremos más individualistas y peores?

-Esta crisis es bipolar. Lo que creo es que una parte que ya era solidaria será más solidaria aún y una parte individualista saldrá jodidamente más individualista, más egoista y más fascista y excluyente. Vienen a quitarnos el trabajo los turcos, dicen en Alemania. Qué trabajo te han quitado a ti los turcos, si trabajan en los empleos más infames, limpiando chimeneas en las centrales nucleares. Ese trabajo ¿tú lo quieres, alemán? Este mito en Cabeza de turco de Günter Wallraff. El mito racista, insolidario, reaccionario, fascista se ha acentuado. Pero vamos a hacer sociedades mestizas, asumamos que vamos a ser una sociedad mestiza y atrapemos lo mejor del mestizaje. Vamos, ya digo, afortunadamente a sociedades mestizas, civilizatorias, y ahí en las sociedades mestizas hay civilización. Qué sucede cuando pasas una crisis como esta. Pues que vas a salir polarizado. A la derecha o a la izquierda. El lado de la barbarie se va a fortalecer y, de hecho, se está fortaleciendo: la insolidaridad, el fenómeno de los jóvenes en Madrid es jodidísimo y está alimentado políticamente. Saldremos polarizados.

-Crees que saldremos con una sociedad más medicalizada y con unos gobiernos más paternalistas. Lo digo porque no tengo claro que el gobierno de Pedro Sánchez fuera capaz de elaborar una propuesta de la libertad en las últimas elecciones madrileñás.

-No lo sé. Mi experiencia en la Administración Pública en Mexico es que el reflujo de los movimientos sociales produce el reflujo de los cuadros de la militancia en los movimientos de masas. En esa medida, los movimientos populares también se repliegan, lo que es peligroso, porque van dejando espacios políticos del discurso vacíos que ocupa la demagogia de la derecha neonazi o fascistoide. De pronto te encuentras en el discurso de la derecha española consideraciones que son mussolinianas. (Se hace un silencio reflexivo).

Desde un punto de vista personal, solo sé que ser pesimista no merece la pena. Los pesimistas sufren antes, durante y después. Los optimistas sufren solo después. Fíjate que incómodo es ser pesimista.

-El primer repunte del virus en Mexico se recibió en los medios a través de una visión religiosa del Presidente que a los intelectuales de izquierda contrarió muchísimo.

-Morena siempre fue un movimiento cristiano, aunque no católico. Eso no es nada nuevo. El pilar del gobierno de Morena es la 4G, la cuarta transformación. Y es un lema dicho desde el principio de sus primeras campañas: «lo primero los pobres». Y es de una fidelidad inquebrantable a ese principio. Cada vez que ha habido una contradicción, un choque, vuelve al «lo primero los pobres». En asuntos de financiacimiento: los bancos no, primero los pobres; en educación: nada de apoyo a la privada, primero los pobres; en salud: primero los pobres. Y este imán es el que les asusta a los bancos, a la derecha. Y en el Fondo de Cultura es exactamente igual: primero los pobres. Así pues,  publicaremos para la academia, pero ya hemos introducido dos colecciones populares siguiendo ese lema: primero los pobres.

-¿Qué te encuentras cuando llegas al Fondo de Cultura Económica y con qué iniciativas llegas?

-Me encuentro con una estructura corrupta, al estilo del viejo estado mexicano que se concretaba en 150 cajas llenas de libros que nadie sabía quién había comprado y por qué no se habían vendido. Tenemos 150 librerías. En uno de nuestros tres almacenes, ocupado por un taller de mantenimiento donde se arreglaba, teóricamente, mueblería de esas librerías, se dedicaba a fabricar muebles para un particular. Una edición de un libro de filosofía alemán bilingüe de 3000 ejemplares cuando en México sólo hablan 200 filósofos alemán. Una librería en un barrio de clase alta cuyo edificio se compró porque era del cuñado de un viejo presidente. Y de esas tengo unas 2.000 ejemplos. Hubo que sacar el machete y cortar cabezas. El Fondo se había anquilosado, producto de las inercias. No tenía una colección popular. Hemos hecho una colección popular y otra superpopular con una política de baja de precios, que rompiera los vetos. En el fondo no se publicaba novela histórica, ni novela negra, ni cómic, ni ciencia ficción, ni fantasía. Al mes y medio teníamos 40 libros en esas lineas. Y hacemos saldos, remates, ventas de libros almacenados. También entramos en conflicto con las transnacionales que se han resuelto con acuerdos y en otros casos estamos en juicio. Tenemos demandas legales cruzadas. Hicimos una reestructuración de las filiales en el extranjero. Todas estaban podridas con números rojos. Una reorganización de las 150 librerías, la mitad de ellas con números rojos. Nuestro objetivo es volver a la búsqueda de lo popular y encontrar o crear nuevas redes de distribución. Hemos creado cerca de 10.000 clubs de lectura en los barrios más recónditos del país. La virtualidad nos ayudó muchísimo.

-¿La pandemia revitalizó la industria editorial?

-Una de las cosas que más me impresionó fue mi cambio de la percepción del Estado. Uno conoce el gobierno pero no conoce el Estado. El Estado burocrático que tenemos. Todo lo que puede tardar 6 meses, tardará 7; lo que tarda una semana, tardará un mes. Las trabas del aparato burocrático me obligaron a aprender funambulismo para escaparme de ellas y confrontar. La segunda cosa que más me impresionó es que es un instrumento del poder encabronado. En estos momentos estoy editando un libro al día. Y eso que estoy recortado presupuestariamente. Si todo fuera normal estaría editando dos libros al día, de cualquier cosa, de todo. Entonces me he dedicado a crear equipos editoriales, discusiones técnicas, nos arriesgamos con este libro, nos desarriesgamos con este otro, saldamos éste, forzamos el precio en aquel y cruzamos los dedos. En medio de la pandemia todo es incertidumbre. Y luego los públicos. El lector mexicano es diferente al lector chileno y la enorme diferencia siempre está con España. El director del Fondo en Madrid me enseño el catálogo y no me interesaba nada. Tengo que confesarlo. Estoy polarizando, estoy exagerando.

-¿Qué es lo que más estás leyendo?

-Por razones laborales estoy leyendo mucho menos ensayo del que leía y mucha más literatura.

-Es curioso porque a mí me pasa lo contrario

-Descubrí que una gran novela puede ocultar un gran ensayo.

-Eso siempre, pero es tan difícil encontrarlo.

-En las relecturas he visto que los libros eran menos buenos de lo que habían sido, porque el factor sorpresa los había mejorado entonces. Y después me está pasando algo rarísimo. Me pregunto por qué coño leo a Faulkner. No había leído Banderas en el polvo y cuando lo hago le descubro las costuras.  Muchas costuras, costuras por todas partes. Lugares comunes, reiterados, el racismo subterráneo y no subterráneo, el manejo de la cotidianidad del paisaje reiterado. Entonces esto es lo que me está pasando, que le veo las costuras. Pero en el Fondo tus gustos no van a ningún lugar. Releí a Flaubert y me sorprendió otra vez y vamos a editar un verdadero libro de aventuras. Ni te imaginas.

-¿Cuál?

– Salambó.

-Pero es muy atrevido decir que Salambó es una novela de aventuras.

-Hostia, es una novela de aventuras canónica donde hay sexo y rock and roll. (Risas). Hay navajazos por todos lados, esclavos levantándose, es una gran novela de aventuras y lo que hicimos con Salambó fue una presentación adecuada. Esto no te lo van a enseñar en el bachiller, suelo decir. Le decimos a los jóvenes lectores: rompe con el concepto de clásico. Un libro presentado como un clásico es algo aburrido que tengo que leer. El clásico sabe que pasó a la gloria en plan erudito.

-¿Crees que nos faltan críticos o semiólogos capaces de dar un sesgo popular, atrevido o arriesgado a los clásicos?

-Faltan editores que no partan del supuesto del clásico editorial porque es obligatoria su lectura en el COU.

-Una pluralidad de editoriales pequeñas están editando clásicos que nunca se editaron en España  eso está bien, pero luego hacen algo que yo llamo “inventarse un libro”, que consiste en reunir varias entrevistas, o varias conferencias o editar un cuento de un escritor y publicarlo a precios escandalosos.

-Las virtudes de las pequeñas editoriales no están en duda. El único problema es que venden libros a 20 euros y eso las condenaron a editar sólo en España. No hay adolescente en América que pueda comprar sus libros. Y en México es una batalla. Cuando bajas los precios llegas a nuevos lectores. Si editas a escala pequeña el precio se dispara. Se quedará en España. Como mucho, se recuperará en un saldo en América. No tiene ningún sentido. 

MiGijón.com  DdA, XVII/4893 

No hay comentarios:

Publicar un comentario