viernes, 30 de julio de 2021

LOS PRESOS DE LA PRESA



Félix Población

El poblado de A Paicega es uno de los cuatro que se construyeron para dar acogida y techo a los miles de obreros que trabajaron en la construcción de la presa de Grandas de Salime. A dos kilómetros de la pequeña localidad de Sanzo, se llega al lugar a través de un camino de tierra, después de subir desde Pesoz, capital de uno de los concejos más despoblados de Asturias. En la misma carretera que sube hasta Sanzo se encuentra Cela, una aldea en la que solo vive una mujer octogenaria. Suyos son la soledad y los amenos paisajes que se divisan desde lo alto los días azules.

La presa fue una de las faraónicas obras hidráulicas levantadas por la dictadura a mediados de los años cuarenta. Dos lustros fueron necesarios para terminarla y en sus cuatro poblados (A Paicega, el Campín del Segundo Plano, Vistalegre y Eritaña) se alojó a un número de trabajadores que superó los 3.500, según algunas referencias. Los obreros vinieron de distintas partes del país en una época en que las penurias de todo tipo, propias de la posguerra, afectaban a la mayoría de la población.


Desde La Paicega, entre las ruinas del poblado comidas por la vegetación, se tiene una perspectiva impresionante del agua del río Navia embalsada entre las montañas, algo que ya de por sí hace fructífero el esfuerzo de llegar hasta allí y poder apreciar, como el menos ruinoso de sus edificios, la iglesia levantada para que no faltase el culto religioso en una comunidad distribuida en una serie de pabellones con un total de tres viviendas cada uno, además de un pabellón-residencia. No faltaban en el poblado un economato, una peluquería, almacenes, panadería, sendas escuelas para niños y niñas, cantina y un cuartel de la Guardia Civil.

Todo esto consta en el cartel explicativo que podemos leer en el lugar, cuya autoría corresponde al Parque Histórico de Navia, una fundación creada hace poco más de quince años, gracias al acuerdo firmado por el presidente del Principado de Asturias y los alcaldes de los municipios que integran la comarca. La fundación se define como un producto cultural y turístico, basado en la explotación conjunta de los recursos ubicados en algunos concejos del suroccidente.

Levantada sobre el río Navia, previa desecación de su lecho y el desvío de su curso mediante la excavación de un túnel de más de 30.000 metros cúbicos y su revestimiento con casi 12.000 metros cúbicos de hormigón, si se les pregunta a los lugareños de Pesoz o Sanzo, habrá quienes les hablen de los presos de la dictadura fallecidos durante la construcción de la presa. En la propia capital del concejo hay una fosa olvidada en el cementerio para esas víctimas, según se me informó, de las que apenas hay referencias en la mayoría de los resúmenes que aparecen en internet sobre la construcción del embalse. Tampoco se sabe el número de trabajadores forzados que hubo ni cuántos no salieron de esos poblados con vida.


La memoria oral, ya desgraciadamente ausente porque se apagó para siempre la voz de quienes vivieron de cerca esa intrahistoria silenciada, contó en su día que la mayoría de los presos procedían de Andalucía y que algunos quedaron enterrados en el propio cemento de la presa. Reconforta saber que en los últimos años hay ya investigadores ocupados en estudiar ese capítulo oscuro, que como en otras obras hidráulicas del país construidas durante la dictadura contó con la mano de obra explotada de quienes se enfrentaron al franquismo. Era así como pagaban con su trabajo esclavo la redención de sus penas, según la terminología propia del viejo régimen.

En algunas presas ya consta explícitamente esa memoria histórica silenciada que la Fundación Parque Histórico de Navia sigue ocultando a quienes visitan los poblados de Salime. Han pasado muchos años y esa omisión es por eso mucho más sangrante.

MiGijón. com  DdA, XVII/4905

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